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Shujun Wei trabajaba en un film titulado Ripple of Life. Pero perdió el interés por él a los 17 días de empezar a prepararlo. Una crisis creativa que, sin embargo, aprovecha y recupera para ponerla en escena. Estamos efectivamente ante un nuevo film sobre el propio proceso creativo, uno de los grandes temas de esta edición del festival de Cannes sin ninguna duda. Dividido en tres segmentos, el film arranca con la llegada de un equipo de rodaje a la ciudad de Yong’an con la intención de comenzar la preproducción de un film (con el personaje del  documentalista que todo lo graba). Y la primera parte se centra en Gu, la propietaria del restaurante donde come el equipo del film, madre de un bebé, inmersa en pleno proceso de destete y para la que de pronto se abre la posibilidad de formar parte del film como actriz. El conflicto entre la asunción de una maternidad reciente y la posibilidad de un cambio vital, en una ciudad en la que no ocurre nada (como se expresa en varias ocasiones a lo largo del film) constituye una de las ideas más interesantes de toda la trama. Los sueños de Gu se verán sin embargo ahogados con la llegada de Chan, la protagonista de su segundo segmento. Ella es la actriz rica y famosa que, a pesar de haber nacido en Yong’an, llega desde Pekín para la película y se topará con la más profunda de las soledades. La tercera y última parte es el segmento más puramente autorreferencial y se centra en las conversaciones sobre el cine que mantienen el guionista, el productor y el director de la película que vemos en proceso (los dos primeros interpretados además por el guionista y el productor reales del film que vemos). Las dudas creativas, la lucha de poder e influencia sobre la obra de cada uno de ellos (y las jerarquías de los equipos a ellas asociadas), la fama, el público, la discusión entre realidad y ficción, la función del cine (¿influir en la vida o simplemente entretener?) o incluso el papel de la crítica son algunas de las cuestiones que salen a relucir. Pero parece innecesaria tanta explicación. O incluso redundante y condescendiente porque la película ya se ha explicado sola, sin necesidad de explicitarlo en palabras, en sus dos primeros segmentos de una manera mucho más sutil e interesante.

Jara Yáñez