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En 1991, cuando Oliver Stone estrenó con gran éxito JFK: Caso abierto, la versión oficial del asesinato realizada por la comisión Warren entró en crisis. La idea de la teoría de la conspiración se generalizó, pero se estancaron las investigaciones. Oliver Stone es consciente que algunos nuevos datos podían surgir a la luz a partir del momento en que, tras 50 años del asesinato de Kennedy, se abrirían los archivos secretos. JFK Revisited: Through the Looking Glass es un intento de revisitar el caso, para poder ser un poco más precisos que la hipótesis final que tejía la ficción, cuando el fiscal Jim Garrison – interpretado por Kevin Costner- admitía un complot en el que quizás estaban presentes los anticastristas, la mafia, la CIA y el FBI. El nuevo documental realizado por Oliver Stone parte de dos investigaciones paralelas.

La primera nos introduce en todo el trabajo llevado a cabo en los institutos forenses, orientada hacia la negación de la existencia de un segundo tirador. Stone demuestra que los estudios forenses fueron falsificados y que incluso el cerebro de Kennedy fue cambiado. La segunda hipótesis se centra en la figura de Lee Harvey Oswald, su pasado y su hipotética relación como agente anticastrista que ofrecía información a la CIA. El recorrido en torno a la ambigua figura de Harvey Oswald introduce una información interesante cuando afirma que en el mes de noviembre de 1963 (el 22 de noviembre de dicho año fue asesinado Kennedy en Dallas) , la CIA tenia información acerca de la existencia de tres previos e hipotéticos intentos de atentado contra el presidente Kennedy. El primero de ellos se intentó llevar a cabo en Chicago, pero fue abortado; el segundo tuvo lugar en Florida y en él intervino un anticastrista que supuestamente fue el posible causante del segundo disparo contra Kennedy. Al final de un largo recorrido documental, lleno de pruebas documentales y nuevas suposiciones para cimentar la teoría de la conspiración, Oliver Stone afirma con claridad que las fuerzas de la extrema derecha americana sabían que Kennedy pretendía reformar algunas piezas básicas. La primera de dichas piezas era la reforma de la CIA y la supresión de una parte del poder que le había dado el gobierno de Eisenhower. La segunda era la búsqueda de una situación de calma tensa en territorios como Oriente Medio, la República del Congo y Cuba. Kennedy autorizó la invasión de Bahía de Cochinos, pero impidió que en ella intervinieran tropas americanas, ya que los que debían invadir la isla era un comando de anticastristas condenados al fracaso. La última línea argumental que desarrolla esta nueva aproximación de Stone al magnicidio de Kennedy es que este quería frenar la guerra de Vietnam desplazando a las tropas. El día de su asesinato, cuando Lyndon Johnson subió al poder, cambió algunos documentos para que la progresiva retirada del Vietnam no fuera posible.

Oliver Stone acaba convirtiendo, su nueva versión de JFK, de nuevo, en un homenaje al presidente que pudo cambiar las cosas, pero que fue eliminado desde altas instancias porque quería frenar el poder que este podía tener. Los poderes que actuaban, y que siguen actuando en Estados Unidos en las sombras, nunca lo permitieron. Stone juega con todos estos elementos de manera elocuente, con cierta reiteración y con su característico afán de crear su propia verdad.

Àngel Quintana