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Carlos F. Heredero

El presente número de Caimán CdC es el segundo, tras el del pasado mes de abril, que editamos exclusivamente en versión digital, disponible para nuestros lectores, al igual que el anterior, a través de Kiosko y Más al precio habitual de 3,49 euros y también en nuestra propia página web.

El lector tiene ante sus ojos, por tanto, una revista que de nuevo se ha concebido, diseñado, escrito y maquetado mientras todos los que hemos intervenido en el proceso –igual que la inmensa mayoría de los ciudadanos españoles– permanecíamos confinados dentro de nuestras casas. Confinadas están también, a fin de cuentas, las propias salas de cine (obligatoriamente vacías). Cofinadas permanecen todas las películas que aspiran a encontrar un hueco en la pantalla grande. Confinados están igualmente los rodajes, todavía imposibles cuando cerramos este número de la revista. Confinadas están las escuelas de cine, con sus aulas sin alumnos. Y confinados están a su vez los festivales, con todos los que tienen prevista su celebración habitual de aquí al otoño sin saber a qué atenerse y con una grave espada de Damocles sobre sus trabajos y preparativos. Nadie tiene ninguna certeza sobre el horizonte inmediato (por más que la evolución actual de la pandemia, en este momento, empiece a dar algunos signos de esperanza), no se pueden hacer planes concretos cifrados en fechas seguras y, por tanto, resulta casi imposible planificar nada. Todo parece parado, e pur si muove…, como supuestamente dijo Galileo Galilei.

En realidad, nadie permanece parece parado, porque nadie se ha rendido. Los cines batallan para poder abrir lo antes posible. Productores y distribuidores siguen reordenando sus catálogos en busca de opciones para dar salida a sus películas. La industria se moviliza para presentar al Ministerio planes que permitan volver a rodar lo antes posible, a fin de evitar una catástrofe en el empleo del sector. Las escuelas de cine imparten sus clases online y los alumnos siguen conectados con sus profesores. Las filmotecas programan sesiones accesibles en Internet, cada vez más imaginativas y provechosas. En las plataformas se ve más cine que nunca. Los programadores de festivales siguen viendo películas sin cesar y estudian posibles alternativas…   

Y nosotros tampoco nos rendimos. En Caimán CdC, por responsabilidad y por compromiso con nuestros lectores, seguimos acompañando a la actualidad cinematográfica de este complejo presente. Por eso hablamos aquí de los documentalistas que trabajan para dar cuenta de cómo el madito virus nos ha cambiado la vida a todos, de cómo la Academia de Cine sigue colaborando a distancia con los cineastas que desarrollan sus proyectos en el programa de las Residencias, de los podcasts de series de televisión que podemos escuchar sin salir de casa, de las bandas sonoras que están a nuestro alcance, de la programación de un festival de cine online (el D’A de Barcelona) y de muchas películas que son accesibles desde diferentes plataformas.

El horizonte es complicado y la salida parece todavía confusa, sí, pero nadie se rinde. Ahora más que nunca, la lucha merece la pena. Hay que volver a rodar, volver a las salas y a las aulas, llenar los festivales, compartir conocimientos. Para nosotros, pensar el cine y escribir de cine sigue siendo irrenunciable. El combate será largo.