Enric Albero
DOCUMENTAL
CONVERSO (David Arratibel)
Estamos ante una película alienígena, como si Kal-El en lugar de superpoderes hubiera tenido una cámara y se hubiera dedicado a grabar sus charlas con Martha y Jonathan Kent para tratar de entender dónde le habían enviado y cómo funcionaba la gente con la que le había tocado pasar sus días en la tierra. Así procede David Arratibel con su propia familia, poniendo en escena a los suyos y a sí mismo -decisión no poco importante- para tratar de comprender el porqué de la conversión de su madre, sus dos hermanas y su cuñado a un catolicismo radical (esto es, pegado a las raíces de ese credo). En este exorcismo documental, el realizador navarro trata de construir puentes entre él, totalmente apartado de la religión, y sus seres queridos (la música como elemento de unión, por ejemplo). Se trata de utilizar el cine como una herramienta de comprensión, muy en la línea de la mayéutica socrática, que permita cicatrizar viejas heridas que seguían abiertas por culpa del silencio. El trabajo de montaje hace que las imágenes establezcan enriquecedores diálogos entre ellas (el presumible mutismo de Dios se convierte en una llamada eternamente postergada con su padre) y mantiene el equilibrio entre la revelación y el misterio (la información está perfectamente dosificada), amén de manejarse con pudor (¿miedo acaso?) a la hora de poner sobre el tapete según temas, como reflejan los indisimulados cortes de edición durante la conversación que mantiene con su madre, como si hubiera cosas que no deben trascender el ámbito de lo íntimo.
PRESO (Ana Tipa)
El documental íntimo, cuando se elabora desde el respeto, es fascinante. Lograr que alguien ceda su privacidad para contar una historia interesante que pueda ser universal o, simplemente, muestre realidades que nos son ajenas, es todo un triunfo. Eso mismo sucede en Preso, que narra la historia de Miguel Gómez, un obrero que trabaja en la construcción de la cárcel de Rivera y que, probablemente por la situación limítrofe del emplazamiento, tiene una familia en Uruguay y otra en el Brasil. Dos mujeres, varios hijos en cada parte, y un reparto de obligaciones y labores -es un trabajador incansable que acomete reformas en sus dos viviendas- difícil de compaginar. Ana Tipa lo trata con absoluta naturalidad, sin cargar las tintas pero sin obviar las complicaciones que comporta una doble vida al descubierto (hay pleno conocimiento por parte de todos los implicados de lo que sucede) marcada, además, por las fuertes creencias religiosas (¿acaso la complejidad no era esto?). En definitiva, un documental académico en sus formas, pero totalmente alejado de las convenciones en lo temático.
ZONAZINE
BLUE RAI (Pedro B. Abreu)
La premisa daría para un cortometraje más o menos simpático: Rai (Santi Bayón) secuestra por accidente a los empleados y algunos clientes de su propio video-club para tratar de recuperar a su novia. El problema es que este pretexto surreal se alarga hasta los 66 minutos a base de repetir chistes y situaciones manoseadas por un sinnúmero de películas (más incluso que las que cita esta pieza salida de la ESCAC). Ambientar la historia en un videoclub (Clerks en 2017) e ir insertando nombres extraídos del cine popular como quien lista un inventario son la excusa para mezclar géneros torpemente, hilvanar chistes y gags no sé si eficaces (ahí ya cada cual), pero sí desgastados, y llamar la atención sobre las nuevas formas de comunicación social (no se trata de establecer ningún discurso, simplemente de constatar su existencia, su funcionamiento y su supremacía). Tampoco ayuda que el debut de Pedro B. Abreu arranque con una estética peculiar (esas ilustraciones que invaden las imágenes) para luego ir, poco a poco, abandonándola, para evidenciar que en lo formal solo se busca el golpe de efecto.
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