En 2011, un interesante e innovador proyecto cinematográfico aunaba el intercambio epistolar en formato audiovisual que habían mantenido seis parejas de cineastas. El carácter experimental de Todas las cartas. Correspondencias fílmicas permitía un intercambio de ideas, inquietudes e intereses de creadores muy singulares y con visiones muy personales del cine. Con absoluta libertad, la propuesta evidenciaba similitudes y diferencias que enriquecían el discurso de la expresión fílmica.
Con Correspondencia, Carla Simón y Dominga Sotomayor se unen a esa lista de cineastas (entre los que se encuentran Víctor Erice, Abbas Kiarostami, José Luis Guerin, Naomi Kawase o Albert Serra) que dialogan cinematográficamente acerca de aquellas cuestiones que a cada uno le conciernen en ese momento. Separadas geográficamente y con estilos visuales muy diferenciados, Simón y Sotomayor comparten una hermoso vínculo en la manera en que conciben su profesión (más bien vocación) y que se relaciona con la experiencia propia, lo íntimo como epicentro del relato. La familia, el legado que las mujeres heredan (o dejan) o las inquietudes que experimentan como mujeres y cineastas están presentes en un relato en el que ensucian las imágenes o las llenan de ruido para conseguir retratar la hermosa huella del paso del tiempo. Valor aparte se encuentra en el uso que cada una hace del material encontrado: vídeos caseros sobre los que narran la biografía de sus familiares ya fallecidos, primeras, últimas y únicas filmaciones que las directoras atesoran por su valor testimonial y personal pero también cinematográfico. En definitiva, Correspondencia es una exposición totalmente honesta y deslumbrante de dos mujeres que hacen del lenguaje cinematográfico el medio más preciado y bello de comunicación.