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La memoria histórica y el significado moral del Diario de Anna Frank le sirve aquí al cineasta israelí Ari Folman para trenzar un cuento de expresa y nítida vocación didáctica que aspira a proyectar sobre el presente de nuestro mundo el sentido de aquel trabajo de resistencia ética y de denuncia de la exclusión y de la barbarie. La situación de Ana Frank y de los judíos, obligados a esconderse para escapar de los campos de concentración, reverbera así sobre la dura realidad contemporánea de los refugiados procedentes de la emigración, perseguidos y obligados a esconderse por la amenaza de ser devueltos a sus países de origen. El vehículo utilizado por Folman es Kitty, la amiga imaginaria con la que Anna Frank dialogaba en su diario, escapada aquí de las páginas originales y convertida en figura de carne y hueso cuando sale de la casa museo de Anna, convertida hoy en lugar de peregrinación y en espacio de memoria histórica. El tránsito continuo entre la figura imaginaria y la figura real, el diálogo entre Anna y Kitty en los fragmentos que reconstruyen el pretérito narrado en el diario y las fugas hacia lo fantástico (incluida una batalla de los héroes infantiles y cinematográficos de la heroína contra las fuerzas del nazismo, convertida en un gozoso despliegue cromático) son las grietas por las que el estilo característico de la animación de Ari Folman recupera sus mejores acordes, aunque sin llegar nunca a perderse por los vericuetos híperestilizados y barrocos de El congreso (2013). De hecho, en términos estrictamente fílmicos, estamos ante una obra mucho menos ambiciosa, más sencilla y de más fácil acceso, concebida con una importante dimensión pedagógica de cara a la juventud de hoy en día y con una nítida voluntad de mensaje y de toma de conciencia moral.

Carlos F. Heredero

Ari Folman, director de Vals con Bashir, no se pregunta de forma inocente donde está Anne Frank. El padre de la autora del diario reveló que fue deportada a Bergen/Belsen donde fue llevada a la cámara de gas junto a su hermana, fue uno de los últimos convoyes de la muerte que llegaron al campo. Pero la pregunta que plantea la película tiene que ver con las políticas de memoria. Por este motivo, la protagonista de la historia no es Anne sino Kitty, su amiga imaginaria a la cual escribe el diario. Kitty roba el diario del Museo Anne Frank de Amsterdam para comprender mejor quien fue su creadora y saber como se ha expandido su memoria. Kitty descubre que en Amsterdam hay un Museo, un teatro, un puente, una estatua dedicado al libro escrito por Anne cuando tenia 16 años y como este se acabó convirtiendo en una de las piezas claves de reflexión no solo sobre la cuestión judía, sino también para interrogarse acerca de su vigencia. A partir de un trabajo constante entre el pasado de Anne Frank y la historia de su refugio con las huellas de su memoria en la época actual, Folman acaba preguntándose por que la sociedad que monumentaliza la memoria de la joven escritora del diario ha sido incapaz de tomar conciencia de que en el presente otros refugiados de otras guerras son deportados a sus países y humillados en una Europa que, más allá de sus monumentos y conmemoraciones, ha perdido su propia memoria. Es por eso que Where is Anne Frank? rechaza volver a adaptar el diario. Un diario que, además, Ari Folman ya adaptó hace años, a través de una novela gráfica, pero también desde el recuerdo de la memoria de sus abuelos, muertos en el mismo tren en que fue deportada Anna Frank.

Àngel Quintana