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Unwanted es una película construida a partir de múltiples preguntas, una cinta que lanza interrogantes continuamente a la vez que pospone el momento de ofrecer respuestas. Así, a medida que avanza el relato, todo está sembrado de dudas y desconcierto, algo similar a lo que le sucede a Vika, la joven protagonista de catorce años que acaba de tener un bebé. Cámara en mano, Lena Lanskih se acerca al rostro de esta joven madre adoptando un registro casi documental que recuerda al del cine de los hermanos Dardenne. Una vocación realista que destaca, sobre todo, en la forma en que la realizadora compone los planos, haciendo convivir en una misma imagen (y siempre a partir de algún elemento) rasgos tan dispares como la ternura y la angustia, o la precariedad social y la esperanza. Pero Unwanted también es la crónica de una transformación, de los cambios derivados de la maternidad (fisiológicos, sociales y psicológicos) y que se hacen visibles aquí a través del cuerpo. Vika rehuye su imagen en todos los espejos en los que se va reflejando, incapaz de sostener su mirada y de afrontar todo lo que su cuerpo delata. Lanskih se sirve de este discurso sobre lo simbólico de la maternidad y su aspecto más físico para proponer a su vez un interesante debate acerca del control que el estado ejerce sobre el cuerpo de las mujeres. En definitiva, Unwanted es una apasionante ópera prima que en su tramo final alcanza un culmen visual y narrativo, un trepidante y frenético desenlace donde converge toda la fuerza de un relato que desvela los mecanismos de la desesperación. CRISTINA APARICIO

Cuando le piden a Vika, una adolescente que afirma haber sido fecundada por su hermanastro, que demuestre esas graves acusaciones poniendo sus senos al descubierto, la niña se retracta. Hace tiempo que Vika empezó a rechazar su propia imagen, a huir de sí misma y de los espejos, el mismo tiempo que lleva tratando de ocultar al mundo la llegada del bebé. La cinta pone de manifiesto las barreras de una sociedad patriarcal en la que Vika nunca puede decidir por sí misma, la identidad se ahoga y los futuros posibles desaparecen. En una larga y sofocante primera secuencia, tomada con un teleobjetivo que observa el interior de un coche, Vika se debate entre librarse del bebé por la vía rápida o cargar con esa responsabilidad que anula toda opción de seguir adelante. Quizá el problema de Unwanted es que en esta brillante escena de apertura se encuentran ya todos los elementos que terminará poniendo en juego el film, desembocando en la redundancia discursiva propia de la opera prima. Una insistente cámara al hombro persigue a la protagonista en la tradición del cine social de décadas pasadas sin que sus tribulaciones terminen por cristalizar en algo más que el estado de ánimo inicial con el que Vika presentaba el relato. Su andar errático es solo un pretexto para mostrar que el mundo se ha convertido en un callejón sin salida, si bien en realidad el film alcanza una cierta identidad propia cuando Vika combate con su propio interior y no tanto cuando pone en escena un mundo con solo dos dimensiones. Esos momentos oscuros son también los más apasionantes: el enfrentamiento con el propio cuerpo o el rostro borroso del bebé en las fotografías, ideas brillantes con las que la película coquetea para terminar abrazando terrenos más seguros. Su larga secuencia final intenta lanzarse a por una auténtica puesta en escena de la desesperación, pero en su ausencia de respuestas también pueden encontrarse otras conocidas trampas del autor novel. Esta vez con la región de los Urales como fondo, Unwanted pertenece a ese tipo de cine en el que la denuncia parece necesaria pero por sí sola no es suficiente. JONAY ARMAS