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Es difícil precisar con exactitud el registro y el tono del segundo largometraje de Sun Liang; una indefinición que resulta ser la gran virtud de una cinta que narra la deriva existencial de un joven varado a las puertas de la madurez. Lost in Summer se adentra en esa especie de tiempo indeterminado en el que se sumergen los adolescentes al terminar las clases y que se extiende hasta el momento en que existe un horizonte a la vista. Desde el inicio del film, la cámara acompaña a este adolescente, al que apenas pierde de vista. Sus encuentros y experiencias marcan el itinerario de una cinta que adopta, precisamente, el estado fluido en el que se encuentra su protagonista. Así, la comedia surge en forma de pequeñas píldoras de humor que descomprimen los dramas familiares y permiten afrontar el lado más complejo de la existencia. Y sin embargo, no hay ligereza en la cinta de Liang. Un programa informativo de radio pone en contexto la realidad de la historia en los primeros minutos de metraje, al relatar la millonaria cifra de estudiantes que anualmente realizan la selectividad en China. No será hasta el final de la cinta cuando vuelva a escucharse otro titular informativo, esta vez aludiendo al crecimiento del índice del crimen organizado. Dos noticias que vienen a enmarcar esta coming of age descarada, que cuestiona el amor o la bondad como caminos morales y deposita la esperanza en metamorfosis imposibles. Lost in Summer es una fábula sobre la juventud desnortada que vive rodeada de fuertes luces de neón, cegada, quizá, por el brillo irreal de sus colores.