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Emmanuel Carrère vuelve al cine, después de catorce años, con la adaptación de la novela El muelle de Ouistreham, en la que la periodista francesa Florence Aubenas (Liberation, Le Nouvel Observateur) narraba su propio proceso de infiltración en la realidad social de Caen, una pequeña ciudad portuaria de Normandía. Haciéndose pasar por una mujer recién separada y sin experiencia laboral comienza a trabajar como limpiadora con la intención de establecer relaciones personales que le ayuden a entender la profundidad de las consecuencias de la crisis mundial del 2008 y la precariedad laboral a ello asociada. Se trata, como ella misma explica, de transformar las cifras en vivencias, ese clásico de poner rostro a la fría información periodística. Pero más allá del retrato social, el principal y más poderoso interés, tanto de la novela como del film, se encuentra en el conflicto de honestidad (¿será el fin capaz de justificar los medios?) que gira en torno a la figura del impostor. Porque el modo en que Aubenas plantea la reflexión sobre la vida, como parte indisoluble del proceso creativo (o periodístico) es, en esencia, el gran tema narrativo del autor de Limonov, El reino o Yoga que encuentra en la historia de la periodista un nuevo ángulo desde el que seguir mirando en la misma dirección.

Las formas a través de las que Carrére pone imágenes al relato resultan demasiado pulcras, demasiado claras, a pesar de su tono gris y del intento de ponerse, por momentos, muy cerca de sus personajes. Y lo son porque el punto de vista es siempre el de esa clase acomodada que al final puede quedarse esperando en el muelle mientras los ‘otros’ suben un día más al autobús, camino del ferry, para empezar una nueva y extenuante jornada de trabajo igual de degradante y precaria que lo era antes de que nadie la narrara y que lo sigue siendo hoy.

Jara Yáñez

Adaptación de la novela El muelle de Ouistreham, escrita por la periodista Florence Aubenas (publicada en 2010), el tercer largometraje del escritor y cineasta Emmanuel Carrère ha inaugurado la Quincena de los Realizadores con una hiriente bofetada de realidad social: la dura existencia cotidiana de las mujeres de limpieza que cada noche deben arreglar y cambiar sesenta camas en hora y media dentro de los ferrys que cruzan a diario el Canal de la Mancha camino de Inglaterra, o los sanitarios de una urbanización a razón de cuatro minutos por unidad. Un universo de sobreexplotación proletaria y marginalidad laboral en el que se adentra –en busca de materiales reales para el libro que prepara– una escritora que se hace pasar por mujer en paro dispuesta a vivir en carne propia esa dura experiencia vital. Interpretada con imponente magisterio y convincente credibilidad por Juliette Binoche, la estrella convive aquí con actrices no profesionales que interpretan en el film su propia vida personal. La mayor conquista del film es que la integración funciona sin apenas fisuras: la verdad de las mujeres ‘reales’ interactúa y se retroalimenta con el saber actoral de Binoche, mientras que Emmanuel Carrère filma, una y otra vez, el trabajo físico y manual de sus protagonistas: las manos que limpian los inodoros llenos de mierda, el esfuerzo de cambiar las sábanas en las camarotes del barco…. El testimonio resultante no es una obra fílmica de altura (está realizada con solvencia profesional y sin mayores pretensiones estilísticas), pero coloca en la pantalla una poderosa llamada de atención sobre otro lacerante rincón desconocido (otro más) del patio trasero de la lustrosa Europa del capitalismo y de la globalización.

Carlos F. Heredero

El escritor Emmanuele Carrère no es alguien extraño al mundo de cine. Empezó su carrera publicando un libro sobre Werner Herzog y, en 2004, adaptó un relato suyo en Le moustache. La novedad de Ouistreham es que vuelve al cine y lo hace a partir de un trabajo de docuficción literaria que fue escrito por la periodista Florence Aubernas que dejó el periodismo para desaparecer de la vida pública y vivir la experiencia de penetrar en el mundo de la precariedad laboral. Su finalidad fue la escritura de un libro. Carrère decide adaptar este relato a partir de un doble juego entre la ficción y el documental, en el que Juliette Binoche es la alter-ego de la autora y se mueve en un entorno documental ambientado en el mundo de las mujeres de limpieza de los ferrys de Normandía. Carrère no decide llevar a cabo un relato periodístico de descripción de un mundo sin visibilidad a la manera del periodista alemán Günter Walrraf, sino que prefiere plantear los problemas éticos que comporta la relación de todo escritor con la realidad. ¿Es el escritor de docuficción un impostor que se infiltra en mundos que no le pertenecen? Un punto de partida que surge en la ficción a partir del personaje que interpreta Juliette Binoche, la cual establece amistad con otras mujeres de la limpieza a partir de la mentira, explorando sus propios sentimientos para convertirlos en material para la escritura. El personaje que interpreta Binoche asume que debe entrar en el mundo de las  mujeres de limpieza, creyendo que puede tener un propósito social al desvelar un determinado modo de vida y comprender la crisis desde la propia experiencia, para acabar asumiendo que esto no es posible porque al hacerlo se convierte en otra. Al final, Carrère, a partir de la experiencia d’Aubermas, se pone en duda a si mismo, para acabar planteándose que hay detrás del método que le llevo a escribir El adversario o si es posible escribir una biografía de Limonov sin conocer la realidad de cerca. El escritor pone al desnudo el tema del método realista en literatura, pero también en el cine. Un debate apasionante.

Àngel Quintana