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La ‘Respuesta Sensorial Meridiana Autónoma’ es el nombre que describe a un tipo de experiencia basada en la fricción del cuerpo (y que generalmente empieza en el cuero cabelludo para extenderse al resto del cuerpo) provocando una sensación hormigueante y placentera. En Cold Meridian, Peter Strickland sitúa ante la pantalla la imagen de una mujer a quien una cámara graba mientras le masajean la cabeza. La grabación está siendo transmitida por Internet y observada por una internauta con la que, además, interactúa (la mujer cifra la cantidad de visionados y se dirige a cada espectador indicándole su número de visita). Queda para el público el plano y contraplano de lo que hay a ambos lados de la pantalla del ordenador, sin determinar si el resto de imágenes (la mayoría de ellas planos detalle del cabello que apenas mantienen la apariencia de lo que son) forman parte únicamente del relato que ofrece el cortometraje.

El tratamiento del sonido resulta fundamental como factor determinante en la experiencia sensorial del film; un aspecto que el cineasta ya abordó en uno de sus primeros largometrajes, Berberian Sound Studio (2012). Una exploración de las posibilidades formales de la pista sonora que reivindica su valor frente a la incómoda tendencia a menospreciarla dentro del discurso fílmico. La experimentación formal y la radicalidad de la propuesta convierten a Cold Meridian en estimulante ejercicio compositivo que reflexiona sobre la manipulación visual, la temporalidad narrativa y la multiplicidad de imágenes hiperconectadas que confluyen en un mismo plano de realidad.