Septiembre de 1941. Los nazis han entrado en Kiev y las tropas soviéticas contraatacan bombardeando los espacios ocupados por los alemanes. Una noche, las tropas de ocupación dictan un edicto convocando a todas las personas judías con ropa de invierno y una parte de sus enseres en un cruce de la ciudad. Los que no acudan serán fusilados. Ese mismo día 33.000 personas judías serán ejecutadas en la cantera de Babi Yar a las afueras de Kiev por parte de los einzengrupen. Sergei Loznitsa parte de esta matanza, y de otras que tuvieron lugar en otras poblaciones vecinas, para contar el contexto que dio lugar tanto a la matanza como a sus efectos posteriores. Todo el trabajo se realiza a partir de imágenes de archivo, tanto de las tropas alemanas, como de las soviéticas. En la primera parte vemos cómo los alemanes avanzan por Ucrania, cómo los ciudadanos de Kiev preparan barricadas, cómo muchos prisioneros soviéticos son maltratados por los alemanes. En el centro de la película están, pese a todo, las imágenes -algunas fotografías- que se conservan de la matanza. En su tramo final, asistimos a los procesos llevados a cabo por las tropas soviéticas contra los alemanes -una vez finalizada la guerra- y la posterior ejecución publica de los responsables. Loznitsa investiga en el pasado para sacar a la luz, con imágenes increíbles, la memoria atroz de Babi Yar, el inicio del exterminio judío. En un momento de la película aparece un potente texto de Vassili Grossman titulado “Ucrania sin judíos” en el que se recuerda todo lo que se perdió en Ucrania al exterminar un pueblo.

Àngel Quintana

Otra gema que los programadores han desterrado al siempre difuso apartado de las ‘Sesiones especiales’ cuando, en realidad, merecía un lugar de honor dentro de una competición oficial en la que abundan globos vacíos y gritos estentóreos sin demasiado cine dentro. Loznitsa prosigue aquí su incansable exhumación de los archivos soviéticos, ucranianos y alemanes para configurar un impresionante found footage que descubre las atrocidades perpetradas por el ejército nazi al invadir Ucrania en 1941 y el genocidio de más de 70.000 judíos en Babi Yar, cerca de Kiev, todos ellos fusilados y enterrados en una gigantesca fosa común. El avance devastador de las tropas alemanas (que se filmaron a sí mismas incendiando casas y destruyendo ciudades), la posterior liberación de Kiev por el ejército soviético, el proceso a los responsables nazis de la matanza y su posterior ejecución, ahorcados de manera salvaje en medio de una masiva concentración pública de los mismo ciudadanos ucranianos que, cuando entraban los soldados alemanes, vitoreaban a Hitler como ‘el liberador’. El cineasta consigue construir un relato perfectamente ordenado sustentado sobre un metraje de archivo que, en su mayor parte, conservan una calidad excepcional, y sonoriza de manera discreta las imágenes introduciendo en la mezcla algunos diálogos de fondo y sonidos ambientales. El resultado es tan fascinante como aterrador y constituye un documento absolutamente excepcional, capaz de hundir su escalpelo en contradicciones dolorosas que, además, vienen a cuestionar una buena parte de la historia oficial soviética. Se ilumina así otro de los episodios más lacerantes de la Segunda Guerra Mundial, otro agujero negro lleno de atrocidades que forma parte ya, precisamente gracias a este film, de la imprescindible memoria histórica del siglo XX.

Carlos F. Heredero