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En la presentación de Tiger Stripes se señaló que la ópera prima de Amanda Nell Eu, una cineasta procedente de Malasia, era como el resultado de un curioso cruce entre el cine de Julia Ducournau (Titane, 2021) y el cine de Apichatpong Weerasethakul. A estos dos referentes podemos añadir otros dos procedentes del terror occidental: Carrie (1976) de Brian De Palma y El Exorcista (1973) de William Friedkin. Si a todo esto añadimos que la historia sucede en una escuela religiosa islamista sunita y que a la protagonista le gusta subir sus bailes a la red social TikTok nos encontraremos con una especie de cóctel explosivo. La protagonista de la película es una niña de doce años llamada Zaffan, en cuyo cuerpo empiezan a producirse una serie de curiosas transformaciones, en el momento de tener la menstruación, que la llevan a evocar los espíritus. Como en Tropical Malady (2004), de Apichatpong Weerasethakul, hay un espíritu que surge del tigre y que se va apoderando de la niña. El misterio conduce a una serie de crímenes en la escuela, mientras se transforma un entorno adolescente en el que los tabús sexuales mutan. La película funciona por su exotismo y su mezcla de múltiples ingredientes, pero en su desarrollo tiene un punto de inocencia que es a la vez su atractivo y su defecto. Àngel Quintana