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Si no estuviéramos ya acostumbrados al vergonzante chauvinismo que, de manera cada vez más descarada, preside los criterios de programación de Cannes, todavía podríamos sorprendernos de que un biopic acaramelado, ortopédico y carente de todo conflicto dramático haya logrado encaramarse nada menos que a la Sección Oficial del certamen, por mucho que figure fuera de concurso. Y pese a todo, seguimos sorprendiéndonos, porque, francamente, ¡vivir para ver…! Y es que esta desmayada reconstrucción de la biografía –no autorizada– de Céline Dion (Aline Dieu, en la película) ofrece únicamente un compendio de tópicos, una galería de personajes bondadosos y unos cuantos playbacks con trozos de algunas de las canciones más famosas de la estrella. Solo el prólogo, con explícito formato de comedia casi a lo Javier Fesser a costa de su familia (catorce hermanos, hijos de una matriarca dominante en un hogar cristiano de raíces muy humildes), consigue despertar algo de curiosidad, porque todo lo que viene después es cine de celofán y colorines, una burbuja vacía que se deshace sin dejar rastro.

Carlos F. Heredero