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Paloma Sermon-Daï introduce al espectador en Petit Samedi enunciando un violento contraste, que remite al dispositivo sobre el que subyace esta mirada documental al interior de su propia familia. La primera escena recupera imágenes de archivo de un grupo de jóvenes en el interior de una discoteca; ritmo acelerado, agitación espídica y nerviosos movimientos de cámara. El siguiente plano será fijo, como todos los demás de esta película, a excepción de otras dos secuencias que pertenecen de nuevo al archivo. El pasado turbulento y descontrolado deriva en un presente estático, que proyecta las consecuencias de aquel huracanado pretérito.

La directora valona se centra en la tierna y mutante relación entre su hermano menor Damien, con un historial de más de dos décadas de consumos y adicciones, e Ysma, la madre de ambos. La presentación de los personajes también invoca el contraste de sus personalidades: ella desde la frontalidad de su confianza y seguridad, sentada en la cocina, él de espaldas aprisionado por los elementos del encuadre y sus circunstancias. Sermon-Daï afronta el pantanoso objetivo de retratar a la dupla con la que tiene un vínculo familiar estrecho, pero su cámara le permite establecer una efectiva distancia pudorosa. Los planos sin movimiento están diseñados desde la dinámica de interacción entre los dos protagonistas.

La narración se centra en el proceso de rehabilitación de Damien, en las dudas y deseos de Ysma hacia la recuperación de su hijo en su nueva terapia, pero principalmente en cómo esa progresión altera la posición de ambos en el encuadre. En el primer momento que comparten la pantalla, la figura del hijo está inclinada en el primer plano, mientras la protección de la madre cubre su retaguardia. Desde el humor y la ternura que fluye entre los dos, la cámara se va alejando de los cuerpos para posarse en los rostros. El fuera de campo cuando ellos se expresan, plantea nuevas dudas sobre el incierto futuro. A pesar de todas las trampas que la propuesta podía incluir, la película belga consigue que lo personal trascienda lo accesorio.