Print Friendly, PDF & Email

 

Nuestro trabajo.
Editorial Abril 2011.

Carlos F. Heredero.

“Combates del siglo XXI”, se titulaba el editorial de nuestro número 6 (noviembre de 2007), donde nos ocupábamos de reflexionar sobre “la guerra de las imágenes” generadas en torno a la invasión de Irak por parte de Estados Unidos. Aquella desquiciada aventura guerrera fue grabada y retransmitida minuto a minuto, prácticamente en directo, desde las más diversas fuentes emisoras y a través de múltiples canales (YouTube, e-mails, milblogs, etc.), pero nada hacía prever entonces la multiplicación exponencial de formatos, emisores, ventanas y canales (con los teléfonos móviles, Al Jazeera y las redes sociales a la cabeza: Facebook, Twitter, Vimeo, Dailymotion, etc., etc.) mediante los cuales el mundo entero asiste hoy, con dosis equivalentes de asombro y de hipocresía, a la sucesión en cascada de las revoluciones que sacuden a los países árabes en pos de una transformación democrática de sus dictatoriales autocracias.

En aquel número de Cahiers-España nos hacíamos eco de las imágenes que venía generando una guerra imperialista iniciada cuatro años y medio antes. Este mes nos hacemos eco del papel que están jugando las imágenes, los cineastas, los videocreadores, las televisiones, e incluso los ciudadanos armados con las cámaras de sus teléfonos, en un proceso histórico al que asistimos en directo y en tiempo real, de forma estrictamente simultánea a la elaboración de este número extraordinario de la revista, que se cocinaba mientras avanzaban hacia Trípoli las fuerzas de la rebelión contra la tiranía de Gadafi y que se cerraba en imprenta tras las primeras intervenciones de las fuerzas aliadas en Libia. Un número cuyas páginas se vuelcan mayoritariamente sobre la naturaleza de esas imágenes que forman parte de una realidad histórica que ellas mismas condicionan y modifican de manera incesante.

Desde Túnez, Egipto, Jordania, Marruecos, Siria, Palestina, Irán, Catar y Argelia nos llegan propuestas y reflexiones que abundan en el papel decisivo que esa multiplicidad de imágenes está teniendo, no ya solo en el impulso de las revueltas, sino también –y mucho antes– en la conformación de nuevas identidades culturales dentro de un vasto universo (el mundo árabe) que ya no puede –ni quiere– seguir viviendo aislado al margen de la globalización mediática, social y cultural. Quizás sea verdad que todavía estemos a la espera de esas imágenes-construcción que reclama Jean-Michel Frodon en su artículo, de esas imágenes en el sentido fuerte de la expresión (la imagen como construcción de significados y como forma que genera un discurso), capaces de sintetizar y condensar el sentido del proceso actual, pero también es cierto que la propia naturaleza de las imágenes ahora disponibles, así como el papel y el activismo –plenamente comprometido con las ansias de democracia– que vienen desplegando los cineastas y los creadores en todos los países árabes están contribuyendo, de manera decisiva, a conformar un imaginario y una iconografía de los que después, a buen seguro, se alimentarán algunas de las construcciones fílmicas más elaboradas que se encuentran ya en gestación.

Pues bien, ahora más que nunca, cuando más fluidos, rápidos y promiscuos se han vuelto los canales por los que esas imágenes circulan, el trabajo de la crítica –ya lo decíamos en nuestro número 6– no puede limitarse a invocar viejas certezas ni a esperar, de forma paciente o cómoda, a que los cineastas profesionales empiecen a ofrecer sus personales interpretaciones. Ahora que los pueblos árabes están haciendo su trabajo, ahora que luchan por su propia dignidad y que se levantan para reclamar un lugar no subsidiario al sol del mundo contemporáneo, nosotros también tenemos que hacer el nuestro: tratar de averiguar –aquí y ahora– lo que algunos tratan de ocultarnos, dar luz al activismo de los cineastas, escrutar todo tipo de imágenes, volver del revés los materiales que se nos ofrecen, someterlos a examen, confrontar puntos de vista y cuestionar la realidad mediática que nos envuelve y que nos conforma.