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Carlos F. Heredero.

Es algo que ocurre con creciente frecuencia, desde hace ya mucho tiempo y a través de una multiplicidad de ventanas o canales de difusión: numerosas películas –a falta de espacio en las salas tradicionales de exhibición– acaban por encontrar otras vías para buscar la comunicación con su público. Son vías y caminos tan plurales como diferentes (centros culturales, museos, salas de repertorio, filmotecas, festivales on line, páginas web…), a través de los cuales tienen lugar lo que podríamos llamar “estrenos silenciosos”, en la medida en que –con apenas excepciones conocidas– los medios de comunicación generalistas, las publicaciones en papel (tanto las divulgativas como las especializadas) e incluso la mayoría de los medios digitales no se hacen eco de ellos más allá de ocasionales reseñas informativas en la agenda de turno.

La pregunta inmediata, y además obligada, sería la siguiente: ¿es que acaso dichas películas, entre las que cada vez podemos encontrar títulos de mayor relieve y significación para el cine contemporáneo, no son merecedoras de una crítica tan corta o tan extensa, tan apasionada o tan reflexiva, tan entusiasta o tan demoledora, como las que habitualmente se les dedican a las producciones que sí consiguen algún tipo de acomodo en las salas comerciales…? Ítem más: ¿no será que, mientras sigamos ignorando la capacidad de esas películas para interpelar a nuestro imaginario y, por lo tanto, para inducir la subsiguiente lectura crítica, nos estamos plegando dócilmente a los designios de ese mismo mercado depredador que expulsa de su ámbito a todo aquello que desafía los consensos culturales hegemónicos que se imponen entre nosotros…?

Son interrogantes que llevan implícita, claro está, nuestra propia respuesta. Por eso abrimos, en este número de Cahiers-España, un nuevo espacio que trata de encontrar un hueco para dar cuenta de todas aquellas películas que se estrenan o se proyectan al margen del circuito de las salas tradicionales. Es una sección que aparece como prolongación natural de nuestro Cuaderno Crítico (de ahí que se ubique inmediatamente a continuación de éste), si bien, por las propias y polimórficas características de las ventanas en las que se pueden ver estas realizaciones, la publicación de su reseña crítica no puede estar determinada por una obligada o supuesta primogenitura de exhibición.

Lo estamos viendo una y otra vez cuando, tras su hallazgo en Cannes (siempre tan fértil y tan amplio en su oferta de obras heterodoxas, como sin duda volverá a suceder este año) o en cualquier otro festival internacional, muchos de esos títulos acaban diseminándose después por una multiplicidad de canales alternativos o paralelos sin que apenas nadie se ocupe de considerar sus aportaciones o sus singularidades. Son creaciones cuya vida escapa a los esquemas propios del siempre impositivo calendario de la distribución comercial, por lo que la publicación de su valoración crítica tampoco puede verse obligatoriamente constreñida por un equivalente calendario editorial. A fin de cuentas, si se trata de abrir espacios para hacer visible el cine ‘invisible’, abramos también nuestras páginas para hacerlas más permeables a la reticular y arborescente realidad de la difusión y circulación del cine en el momento presente.