El tema del retorno a la naturaleza y la confrontación con espacios neorrurales va a ser uno de los temas estrella del festival y puede dar lugar a algunas películas más que dudosas. Charlotte Vandermeersh y Felix Van Groeningen -autor este último de la detestable Alabama Monroe– deciden adaptar una novela de Paolo Cognetti que se convirtió en un best seller en tierras italianas. El resultado no es otro que la realización de una película sobre la amistad y el retorno a las leyes de la montaña. No sabemos si nos encontramos ante la nueva película ganadora de todos los festivales de montaña que existen por el mundo o si, en cambio, va a convertirse en un catálogo de cine con valores dispuesto a ganar todos los premios ecuménicos del mundo. La película narra la historia de amistad entre Pietro, hijo de una familia burguesa y Pablo, un joven que ha nacido en una familia desestructurada en el corazón de los Alpes. Los juegos y las pruebas iniciáticas de la infancia llevarán a un reencuentro en la edad adulta, que finalizará con un viaje al Himalaya por parte de uno de ellos y una apacible estancia en los Alpes restaurando casas y fabricando quesos. La vida alternativa…

Àngel Quintana

Volvamos a la misma pregunta que nos hacíamos ante la película de Hazanavicius: ¿cómo es posible que un film como Le otto montagne llegue nada menos que al escaparate principal de Cannes…? Es evidente que hay películas en la Quincena (ya las henos visto, incluso: ahí está la magnífica L’Envol, de Pietro Marcello) y, con toda seguridad, otras muchas que se han quedado fuera del certamen, y probablemente de varios países, mucho mejores que este larguíiiiiiiiiiiiiisimo anuncio de autoayuda new age (¡¡147 minutos!!) puntuado abusivamente por música de estirpe country y dedicado a contar una historia de amistad masculina que nace en la infancia y se prolonga hasta la edad adulta en medio de los Alpes franceses. Ilustración plana y mecánica de la novela de Paolo Cognetti (un best seller italiano), uno casi puede ver pasar las hojas del libro a medida que transcurren sobre la pantalla la cansina sucesión de elipsis impuestas por el corta y pega que el guion realiza a partir del original literario, con voz en off incluida, que no aporta nada necesario. Así las cosas, la amistad entre el hijo de una familia urbanita y burguesa y un chico de padre ausente, criado en medio de la naturaleza y atado a la mística de la montaña, avanza a trompicones porque lo dice el guion, pero no porque veamos ningún tipo de progresión dramática real en las imágenes. El relato va y viene de la cordillera francesa al Himalaya nepalí, pasando por Turín, para visitar todos los tópicos de la vida en medio de la naturaleza, supuestamente para dar forma a una cosmovisión alternativa de la existencia. No solo es aburrida. También es impersonal, rutinaria y tópica hasta lo banal. Una pérdida de tiempo, vamos.

Carlos F. Heredero