Enric Albero

ZONAZINE

JÚLIA IST (Elena Martín)

Elena Martín ist Júlia. Nunca el uso del verbo ser estuvo más justificado. La actriz, que además debuta en la dirección con esta película que rebosa frescura, se olvida de interpretar a su personaje y asume directamente la biografía de una estudiante que se marcha de Erasmus a Berlín hasta el punto de transmitir la sensación de que todo lo que le sucede lo ha filmado un reportero de Españoles por el mundo. Seamos justos: las decisiones visuales que marcan el desarrollo de esta película sobre la soledad, el desarraigo y los nuevos modelos vitales instaurados por la globalización, nada tienen que ver con el reportaje televisivo. Martín huye de la mirada turística, casi siempre rueda sin profundidad de campo y coloca a su Júlia delante de paisajes urbanos indefinidos (lo que vemos de Berlín en la visita al piso que quiere alquilar es una zona fabril). Es una estudiante de arquitectura desubicada, que discute con sus compañeros de universidad sobre proyectos de edificios que incluyan la flexibilidad de las viviendas en un mundo en el que ya no se vive como nos habían enseñado. Aunque sus conversaciones por Skype recuerden a 10.000 km (Carlos Marqués-Marcet, 2014), Júlia Ist vuela libre, desprende una naturalidad interpretativa asombrosa –Elena Martín, Elena Martín, Elena Martín, tatúense su nombre en los párpados– y reflexiona con sencillez sobre el destino de una generación incapaz de hallar su propio espacio, primero porque está (casi) obligada a emigrar y, finalmente, porque cuando regresa necesita (y no puede) ocupar un lugar diferente al que dejó (normalmente, la casa familiar). Si han estudiado fuera de su ciudad, lo entenderán.

DOCUMENTAL

LOS ILUSIONISTAS (Mario Jacob)

Los ilusionistas - Mario Jacob

“40 años imaginando”. Ese es el eslogan sobreimpresionado en la camiseta de uno de los integrantes de la troupe de titiriteros que protagoniza Los ilusionistas. Mario Jacob reproduce una experiencia que se realizó en 2008 y 2009 en la que una compañía teatral llevó su espectáculo y sus conocimientos a diferentes escuelas rurales uruguayas. El viaje del grupo de artistas es el resorte transmisor de esa realidad campestre tan alejada de la cotidianidad metropolitana; otros son los biorritmos y otras las maneras de relacionarse con el entorno. Además, en este tierno y sencillo documental, los marionetistas aprenden a observar el mundo de otra manera mientras enseñan los mecanismos y el poder de la ficción a unos gurises embelesados (pero despiertos cuando corresponde) que terminan por montar sus propias funciones. En la época de los smartphones, el viejo arte de las marionetas sigue teniendo algo que decir. En la didáctica de esta pieza humilde reside su virtud.