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Viejo conocido del festival, el belga Joachim Lafosse ya ganó la Concha de Plata del certamen donostiarra en 2015 con Los caballeros blancos y regresó el año pasado a Donosti, dentro de las Perlas, con Los intranquilos. Es sin duda un cineasta aficionado a tratar ‘grandes temas’ sociales y Un silence no servirá para desmentirlo. La violencia pedófila en el seno de la institución familiar es lo que aquí ocupa el centro de una trama de investigación policial en el interior de una familia donde el padre, un respetado juez, es también aficionado a los placeres de la carne adolescente. Podríamos haber estado ante una actualizada versión de las implacables radiografías con las que Claude Chabrol diseccionaba la institución del matrimonio burgués, pero Lafosse es casi siempre un cineasta de perfiles borrosos, aficionado al trazo grueso, impreciso y con tendencia a la ampulosidad: características, todas ellas, que aquí comparecen en su peor versión dentro de un relato que cambia de punto de vista narrativo de manera caprichosa y aleatoria (se salta de la madre al padre y después al hijo sin apenas nada que lo justifique) y que, para cargar más aún las tintas, no duda en insinuar que la mujer tampoco es ajena a las debilidades de su esposo. El resultado final es un film que, supuestamente, nos quiere hablar de la podredumbre moral y delictiva que anida en el fondo de la institución matrimonial de la alta burguesía, pero que se queda en un friso más bien confuso y contradictorio, al que también perjudican los retratos igualmente borrosos que se hacen de la madre y del hijo. Una obra muy menor, en cualquier caso. Carlos F. Heredero