Carlos F. Heredero

Hong Sangsoo, Bertrand Tavernier, Raoul Peck, Milagros Mumenthaler, Amat Escalante y Ado Arrietta comparecen en otras tantas entrevistas dentro del presente número de Caimán Cuadernos de Cine. Son directores de Corea, Francia, Haití, Argentina, México y España, exponentes muy personales de diferentes, plurales y casi antagónicas concepciones del cine, marcadas también –como es inevitable– por las muy diversas generaciones a las que unos y otros pertenecen y, por lo tanto, por muy dispares entendimientos del papel que el cine ha jugado históricamente, juega en la actualidad, o puede llegar a jugar en sus respectivas sociedades.

La extrema diversidad de sus respectivas prácticas fílmicas resuena sobre el tema de fondo de nuestro Gran Angular: la interrogación sobre el lugar que ocupa el cine en el hábitat cultural de las sociedades contemporáneas, los nuevos desafíos que el lenguaje de la ficción catódica plantea a la vieja imagen cinematográfica devenida en imagen digital. Desafíos que se le plantean también a la mirada de la crítica sobre ambas, ahora que vivimos un momento en el que muchos sienten la tentación –siempre reconfortante, pero engañosa– de refugiarse en las viejas certezas de antaño o en la acogedora nostalgia del pretérito ante la dificultad de trazar caminos claros y sendas orientadoras en medio del heterogéneo paisaje creativo de la ficción y de la narrativa audiovisual de nuestros días.

Si estamos de acuerdo, como dice Kent Jones, en que el anticuado lamento por ‘la muerte del cine’ parece hoy más desfasado que nunca, esto sucede en buena medida porque cineastas como los seis a los que entrevistamos en estas páginas –entre muchísimos más de muchos más países y continentes– ofrecen otros tantos ejemplos de resistencia frente a la rutina, de rebelión contra las actitudes conservadoras, de reivindicación de las raíces que nutren a lo más vivo del presente y de puesta en valor de un lenguaje que busca, de manera incesante, nuevas articulaciones y nuevos caminos expresivos.

A partir de aquí, resulta legítimo preguntarse cómo la continua dialéctica entre lo narrativo y lo expresivo, entre estandarización y diferenciación, entre la naturaleza de las imágenes y sus canales de difusión, afecta a la mirada crítica y condiciona la respuesta de las audiencias. Es un debate que está en el centro de las formas actuales de consumo audiovisual y de la recepción crítica, una controversia que parece destinada a prolongarse en el tiempo y ante la que quizás pudiera ser útil intentar escapar de sentencias proféticas y dictámenes apocalípticos.

Desde otra perspectiva diferente, puede tener una cierta lógica que estas preocupaciones de las que aquí nos hacemos eco salten a las primeras páginas de la presente entrega de Caimán CdC, que aparece en abril de 2017; es decir, a las puertas de nuestro décimo aniversario como revista o, lo que es igual, en la antesala de la nueva y revitalizadora etapa que iniciaremos con el próximo número de mayo. Un número cargado de jugosas novedades y con el que también nosotros intentamos aportar nuestro granito de arena a la renovación y a los desafíos más urgentes de nuestros días. Un número especial con el que celebraremos los diez años que llevamos acudiendo puntualmente, mes tras mes, sin faltar nunca, al encuentro con nuestros lectores.