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Ciclo: Cine español en festivales internacionales.
(Sala Berlanga (Madrid), del 3 al 11 de diciembre).

academia de las musas
Deseo de ser otro cine.
Carlos Losilla.

¿Qué tienen que ver entre sí dos películas como La academia de las musas, de José Luis Guerin, y Remine, de Marcos M. Merino? La primera es una estilizada reflexión sobre el modo en que el arte puede redibujar la vida, mientras que la segunda es puro cine político, un emotivo documental que se dedica a filmar la marcha de los mineros asturianos sobre Madrid en 2012. ¿Y qué me dicen de situar Hotel Nueva Isla, de Irene Gutiérrez y Javier Labrador, junto a Las altas presiones, dirigida por Ángel Santos? Pues si aquella se dedica a la contemplación de la soledad en medio del silencio de un edificio cubano en descomposición, esta última es un pequeño drama melancólico que habla de juventudes que se evaporan y amores que dan esperanzas. Si les digo que todos estos trabajos son de producción española no les ayudaré gran cosa. Si añado que se colocan al margen del cine institucional para ganar en libertad y creatividad, puede que caiga ya en el tópico. Pero si finalizo aludiendo a su relación privilegiada con lo real, eso podría ser ya harina de otro costal. Todas además forman parte del ciclo ‘Cine español en festivales internacionales’ que Caimán CdC programa para la SGAE.

Hace mucho tiempo que algunos venimos pidiendo al cine español un mayor contacto con su entorno, con lo que de verdad sucede a su alrededor. Y no me refiero únicamente a la cosa política, sino también a los modos de vida, a la manera en que respira la calle. Pues bien, más allá de las generaciones, parece que eso ya lo podemos encontrar, desde hace unos cuantos años, en los márgenes del sistema, como si este solo permitiera la disidencia en el exterior de sí mismo. Ese cine no es ‘nuevo’, no se limita solo al low cost. Va desde un veterano como Guerin hasta casi debutantes como los mencionados. Lo que importa es el gesto de la escritura: acercarse a la otredad para reconocerla, dejar constancia de que hay muchas maneras de dejar constancia. Es decir, no solo de ver la realidad, sino de incidir en ella para cambiar, por lo menos, el modo de observarla. En Transeúntes, de Luis Aller, se trata de un caleidoscopio que delata la insobornable complejidad de aquello que se puede filmar. En El rayo, de Fran Araújo y Ernesto de Nova, se pone al día el género de la road movie con el fin de trazar una amplia panorámica por tierras y gentes. En Game Over, de Alba Sotorra, la limpia transparencia de la vida virtual y la inquietante rugosidad de la vida real se enfrentan para provocar un cortocircuito. Todo va más allá de las apariencias, impulsado por una energía feroz que parte en busca de algo más.

Ya sea a través del documental o de la ficción, de la vanguardia o del experimento, se trata de encontrar nuevas formas cinematográficas capaces de redimensionar eso que llamamos representación. En No todo es vigilia, de Hermes Paralluelo, los abuelos del cineasta se sitúan ante la cámara no para que filme sus ocurrencias, como a veces sucede, sino para dejar una huella que perviva en la memoria, como demuestra el estilo casi escultórico de este documental que se adentra por momentos en la tragedia rural. En medio de una crisis devastadora, de una clase política paralizada, algunos cineastas españoles están encontrando la manera de no dejar de moverse, de convertir el movimiento mismo en forma y fondo a la vez: películas inquietas, nerviosas, no porque huyan de la contemplación y el rigor, sino porque proponen una pregunta tras otra, sin detenerse. Y, en algunas de ellas, los puntos de contacto con el llamado ‘cine convencional’ se dejan ver en costuras siempre abiertas, a la intemperie: es el caso de Los héroes del mal, de Zoe Berriatúa, donde la ficción sin complejos se sitúa en los límites de lo decible. En el fondo, eso que llamamos convención tiene muchos más niveles de lo que parece, no se detiene en la banalidad, sino que puede llegar a materializarse incluso en un cierto deseo de transgresión. ¿Estará el cine español recuperando una zona común o de tránsito entre ambos, habilitándola para una posible regeneración que –por fin– se extienda a todos sus ámbitos?

Las altas presiones, de Ángel Santos (J-3, 18:30h / L-7, 20:30h)

ReMine. El último movimiento obrero, de Marcos M. Merino (J-3, 20:30h / M-8, 18:30h)

No todo es vigilia, de Hermes Paralluelo (V-4, 18:30h / M-8, 20:30h)

Game Over, de Alba Sotorra (V-4, 20:30h / X-9, 18:30h)

El rayo, de Fran Araújo y Ernesto de Nova (S-5, 18:30h / X-9, 20:30h)

Hotel Nueva Isla, de Irene Gutiérrez (S-5, 20:30h / V-11, 18:30h)

La academia de las musas, de José Luis Guerin (D-6, 18:30h / V-11*, 20:30h)

Los héroes del mal, de Zoe Berriatúa (D-6, 20:30h / J-10, 18:30h)

Transeúntes, de Luis Aller (L-7*, 18:30h / J-10, 20:30h)

 

* con la presencia del director