Turn Me On parece ser la obra ejecutada por un delineante: a partir de múltiples líneas y formas geométricas, Michael Tyburski construye esta cinta sobre la imposibilidad del ser humano de encajar en las rígidas estructuras que lo comprimen. Con una puesta en escena que se sustenta en lo simétrico, en la rigidez de las formas del espacio habitado, surge un interrogante: ¿pueden hombres y mujeres adaptarse a un sistema tan cuadriculado y calculado, tan de líneas paralelas, diagonales, verticales, de tangentes cruzadas…? La respuesta viene dada en cápsulas, esas vitaminas que en esta distopía despojan a quien las toma de lo que hace al ser humano ingobernable, esto es, de sus sentimientos. En el mundo ideado por Tyburski, bajo la falsa sensación de orden que proyecta este geométrico escenario y la promesa de tranquilidad que deviene bajo sus formas, se impone la voluntad de control. La disyuntiva que surge al despertar del letargo en el que viven los habitantes de esta comunidad es el gran dilema del hombre moderno: ¿evasión o corazón? Turn Me On se permite exponer este tema desde los parámetros de la ciencia ficción, asumiendo que es el género apropiado para tratar en clave metafórica los grandes problemas del ser humano. Y hoy, en un mundo narcotizado bajo la influencia y el control de las redes sociales y las multipantallas, cuánto bien hacen las historias de seres del futuro inmediato, que visten de presente y nos advierten de que mañana se seguirán derramando lágrimas. Y que siempre existirán “peligros desconocidos a partir de este punto…”

Cristina Aparicio