En la rue Brisemiche, al este del Centro Georges Pompidou, existe una instalación de estatuas que funcionan como pequeños autómatas dedicada a La consagración de la primavera. La llamada Fontaine Stravinski fue construida en 1983 por la artista Niki de Saint Phalle, en colaboración de su compañero Jean Tinguely. La obra no aparece en ningún momento de Niki, de Céline Sallette, el biopic de la artista Niki de Saint Phallepresentado en Cannes. Tampoco vemos las Nanas, ni su Jardin des Tarots instalado en la Toscana, ni sus trabajos de shooting painting. La obra está en fuera de campo permanente para privilegiar a la mujer artista y contarnos algunas facetas de su vida. Céline Sallette mezcla diferentes temporalidades para contarnos la vida de una chica que a los dieciséis años empieza su trabajo como modelo para Vogue y Life. La artista se había trasladado a Estados Unidos con su familia, en la que la figura del padre se convirtió en un monstruo que abusó de ella a los once años. En Estados Unidos conoce al escritor Harry Matthews y se instala en una acomodada vida burguesa entre Estados Unidos y París. Tiene dos hijos, pero la vida de apariencia confortable la cambia como mujer. Niki empieza a coleccionar tijeras, cuchillos, hachas, pistolas y otros objetos que la convierten a los ojos de los demás en una actriz perturbada. Es trasladada a un hospital psiquiátrico de Niza donde lucha para disponer de algo que le permita pintar. En el psiquiátrico siente la necesidad del arte y comienza su trayecto como pintora naíf, como autora de collages inspirados en la obra de Gaudí para acabar descargando su energía en las obras de shooting painting, en las que el público podía lanzar objetos contra el cuadro para provocar que la pintura se rompiera y adquiriera diversas formas. Céline Sallette realiza un biopic convencional, poco inspirado, que se acaba en el momento en que siente cómo el arte puede ser un elemento para romper con las convenciones, para alterar la vida. Estamos en los años sesenta y la carrera de Niki de Saint Phalle empieza a emerger, como mujer creadora, autodidacta, capaz de romper las convenciones con que la mujer ha sido representada en el arte contemporáneo.

Àngel Quintana