The Sweet East es el debut como cineasta del hasta ahora director de fotografía estadounidense Sean Price Williams (colaborador habitual de Abel Ferrara o los hermanos Safdie), que también firma el guion junto con el crítico de cine Nicholas Pinkerton. Y su película podría presentarse como road movie alucinada, por la costa este de Estados Unidos, que sigue a Lillian, una estudiante de secundaria en viaje de estudios por Washington que, como una especie de Alicia en el país de las maravillas, muy pronto dejará de lado a sus compañeros de instituto para introducirse en una aventura distorsionada, por momentos desenfrenada, llena de referencias y con una fuerte ambición simbólico-crítico-‘subversiva’. Y así, el film de Price Williams podría leerse también como particular coming of age, pero resulta bastante más ambiciosa y desafiante que cualquier etiqueta.

Porque en The Sweet East hay un juego constante, tanto narrativo como estético, por resistir a las expectativas. En la película se suceden, en forma de capítulos (anunciados por intertítulos), distintos episodios, como paradas independientes, de este viaje en el que Lillian irá encontrándose con diferentes personajes masculinos que, entre el humor (algo caricaturizado en algunos momentos) y el simbolismo, irán dando forma a una particular mirada irónica y algo cínica hacia un país machista y violento, en la que hay espacio también para el fanatismo extremista (político y religioso) y del que no se escapa tampoco la escena arty y cinematográfica independiente. The Sweet East es un valiente desenfreno de recursos visuales y estéticos con los que Price Williams da forma a una película que habrá que analizar, sin duda, con más calma. Jara Yáñez


Alicia entra en la madriguera de un conejo para llegar al país de las maravillas. Lillian en vez de una madriguera se encuentra con un tiroteo en el interior de una pizzería durante un viaje escolar a Washington y es rescatada del embrollo. A partir de ese momento emprende un viaje por la América de las maravillas, en la que como es de suponer no hay maravillas sino predicadores y fundamentalistas diversos que creen que las maravillas sí que existen. Sean Price Williams, operador de las películas de los hermanos Safdie, rueda una de las sorpresas del cine indie de la temporada. El director es capaz de crear una especie de viaje alucinado por un mundo básicamente masculino en el que los que creen en ‘American First’ acaban cruzándose con los fundamentalistas islámicos, un mundo en la que un intelectual de ultraderecha cuestiona los fundamentos de la democracia porque han cuestionado la sociedad patriarcal y en el que diferentes tipos de sectas quieren capturar a Lillian para que sea una de las suyas. Estamos ante una road movie, quizás incluso ante la versión femenina de En el camino de Jack Kerouac, en el interior de un este americano absolutamente degradado en el que todos los fanatismos pueden llegar a cruzarse. Un viaje por un mundo en el que Alicia ya no encuentra ni las ciudades, ya que se acaba constantando que Alicia ya no vive allí. Àngel Quintana