The Souvenir Part II no es solo una secuela de The Souvenir, la hermosa película de Joanna Hogg que irrumpió como un huracán en el panorama cinematográfico inmediatamente prepandémico. Extraño empeño el de Hogg, pues, desde el momento en que se niega a pasar página y regresa una y otra vez al lugar del crimen, o mejor, del trauma. En The Souvenir, Hogg se inventaba un alter ego, Julie, que vivía una historia de amor con un dandi atormentado y adicto a la heroína al tiempo que se enfrentaba a sus primeros trabajos en el mundo del cine. En The Souvenir Part II, el duelo por la muerte de él debe enfrentarse al presente, al pasado y al futuro: solo el retorno incesante a lo que ocurrió, como en un bucle infernal pero sanador, podrá lograr algo parecido a la curación.
Hogg está hablando, así, del cine, que tampoco es otra cosa que un artefacto obsesionado por filmar un fragmento de tiempo que se repetirá una y otra vez en las sucesivas proyecciones. Y esa inquietante redundancia se plasma, durante todo el film, en una trama de ‘cine dentro del cine’ que incluye la elaboración de otra película, el trabajo de fin de carrera de la protagonista, que se revelará finalmente como el doble de la primera parte, como otra interpretación de lo que ocurrió. Versión introspectiva del estilo pleonástico que ya hemos localizado en otros filmes de la sección, de Bad Luck Banging or Loony Porn a Petrov’s Flu pasando por El gran movimiento, la última película de Joanna Hogg añade aún más interrogantes a los que ya planteaba su antecesora y convierte la historia de una liberación en su revés, pues ni Hogg ni Julie se podrán librar jamás de eso que seguimos llamando ‘cine’.