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Una espectacular construcción sonora que potencia toda la poesía visual de Laura Baumeister corona el gusto exquisito, en todos los aspectos, de La hija de todas las rabias.

Arrancando con la belleza de las imágenes de su protagonista infantil en la cima de un inmenso basurero de la Nicaragua actual, que parece más un entorno distópico de pobreza extrema en el que se ahogan sus personajes, Baumeister presenta a una madre joven, a su hija de once años y a su historia de dificultades de todo tipo. Poco más que decir en lo referente a la cuestión argumental, puesto que cualquier explicación en esta línea destroza la sorpresa y no hace justicia a lo que la cineasta nicaragüense ha conseguido con este trabajo.

Sacar lo hermoso de originales lugares insospechados, filmar sin juzgar ni caer en tópicos ni falsas emotividades y, sobre todo, construir una historia de recursos salvajes e imaginativos sobre un tema mil veces tratado en el cine y cargado de literatura en el inspirador tratamiento de Baumeister, son algunos de los logros de una película abierta que pide más de un visionado. La cuidada voz de su autora da una puesta en escena palpitante a su ensayo sobre la lucha femenina por la supervivencia en todos los sentidos posibles. Aplauso unánime para la cineasta en su primer pase en San Sebastián.

Raquel Loredo