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Al inicio del documental de François Valenza, vemos a Sébastien Tellier confesar que estuvo cuatro años encerrado en una habitación viendo las imágenes ininterrumpidas que emitía un televisor sin sonido. La sensación de desasosiego que generó este confinamiento supuso el inicio de su iconoclasta y provocativa carrera como figura clave de la vanguardia musical electrónica francesa. Sébastien Tellier es para algunos un gurú de la música, mientras que para otros no es más que un simple provocador. Sus discípulos lo consideran como la versión francesa de Robert Wyatt, mientras que para otro sector del público es visto como el hombre de las mil caras. Tellier no duda al afirmar sus gustos iconoclastas mientras se considera un admirador de Antonin Artaud, Salvador Dalí, Serge Gainsbourg y Stevie Wonder. ¿Pero quién es realmente Sébastien Tellier?

François Valenza intenta en Sébastien Tellier: Many Lives responder a esta pregunta mientras lleva a cabo una especie de musical biográfico en el que entrevista a los productores, músicos, realizadores de videoclips y diferentes personalidades que lo han ido encumbrando a lo largo de su carrera. El documental empieza en sus inicios, cuando actúa como telonero del grupo Air mientras promociona su primer disco Une incroyable vérité. A partir de aquí intenta profundizar en algunas de las claves que acompañan a la música de Tellier, tales como su pasión por lo instrumental, su lirismo, su gusto por determinada poesía y su afán de ruptura. En los diferentes momentos de su etapa creativa surgen algunas controversias divertidas, como en 2008, cuando Tellier se presentó con la canción ‘Divine’ en el festival de Eurovisión. La polémica estalló porque era el primer cantante francés que acudía a Eurovisión cantando en inglés; superada esta fase quedó claro que ‘Divine’ no estaba hecha para triunfar y Tellier quedó en las últimas posiciones del ranking. Otra etapa curiosa es la que lo puso en relación con el grupo Daft Punk, en el álbum L’amour et la violence, quizás su principal éxito de crítica. Un capítulo a parte son sus relaciones con el cine que empiezan en el primer largometraje de Quentin Dupieux, Non Film, y culminan con la utilización de su tema Fantino en la banda sonora de Lost in Traslation de Sofia Coppola. Un documento sobre como un artista no cesa de reinventarse.