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Era inevitable. La sombra de una desaparición trágica (la del joven actor Gaspard Ulliel, muerto el pasado 19 de enero) sobrevuela todo el visionado de un film que trata de cómo una mujer joven (Vicky Krieps) se enfrenta a la proximidad de una muerte inevitable, mientras su novio (Ulliel) se aferra a la vida y trata de convencerla de que no se rinda frente a lo inevitable. “La muerte y los muertos forman parte de la vida” se dice con ‘joyciana’ filosofía en un diálogo de la película, y podría decirse que también forman parte del cine, sobre todo cuando vemos en la pantalla –de forma harto perturbadora– a un actor ya muerto luchando por insuflar deseos de vivir a un mujer que decide afrontar la muerte en paz consigo misma. De este último itinerario es, en realidad, de lo que nos habla la cineasta alemana Emily Atef con una película sobria, contenida, austera y alejada de toda tentación folletinesca o melodramática. Sin duda, entre otras cosas, porque la cineasta propone aquí un recorrido que camina de la oscuridad a la luz, del interior al exterior, de la pasividad al dominio activo de la propia vida: paradójica, pero luminosa idea que organiza la decisión de la protagonista, que abandona Burdeos, la vida en el interior de su casa y las visitas a los hospitales, por las aguas heladas de un fiordo noruego, por la naturaleza agreste de sus montañas y por la luz incesante que ilumina incluso las noches durante el verano en aquellas latitudes. Con todo, el milagro aquí se llama nuevamente Vicky Krieps, capaz de inyectar miedo y esperanza, dudas y contradicciones, escalofríos y energía vital, a un personaje al que logra mantener en pie desde el principio hasta el final haciéndonos partícipes de su humanidad y dejando siempre que lo comprendamos.

Carlos F. Heredero

El pasado mes de enero, el actor Gaspard Ulliel falleció en un accidente de esquí. Ulliel, que había encarnado la figura de Saint Laurent bajo la mirada de Bertrand Bonello, dejó de ser una de las jóvenes promesas del cine francés. El destino hizo que antes de su muerte rodara Plus que Jamais, una película sobre la enfermedad de una persona joven y sobre lo que implica despedirse de la vida. En la película, Hélène -Vicky Krieps- vive con su pareja, pero está preocupada por una enfermedad terminal incurable que le impide respirar y que va a llevarla a una muerte próxima. La única solución para recuperarse pasa por someterse a un trasplante de pulmones, sin que el resultado final sea del todo seguro. Bajo la presencia de una muerte próxima Hélène deja a su compañero y viaja hasta Noruega, donde en una cabaña junto a un fiordo reflexiona sobre cómo afrontar la muerte. Rodada sin dramatismos y sin caer en ninguna forma de mística new age, Plus que Jamais acaba siendo una especie de documental sobre la despedida. En los momentos finales vemos a la pareja hacer el amor, abrazarse como si fuera el fin de todo. Un barco los separa y en el horizonte vemos la figura de Gaspard Ulliel. En la ficción, la muerte anunciada ha sido la de Hélène, en cambio, la muerte real fue la del actor Gaspard Ulliel. La ficción se convierte en un triste testimonio de una realidad, marcada por el dolor ante una pérdida en plena juventud.

Àngel Quintana