Print Friendly, PDF & Email

Cuesta sustraerse a la impresión de que Passion Simple es poco más que aquello que enuncia su título: la historia de una obsesión amorosa y sexual contada de manera sencilla y, dirán algunos, más bien sosa y tontorrona, o incluso tramposa y malintencionada. Dos premisas, sin embargo, hacen sospechar ya de entrada que no se trata precisamente de eso. Primero, la película de Danielle Arbid es la adaptación de un libro de Annie Ernaux, esa autora que ha procedido a contarnos su vida, de manera esquinada y oblicua, a través de diversos textos a la vez íntimos y distanciados, descarnados y reflexivos. Y segundo, la película jamás se inclina por una visión romántica de lo que narra, ni tampoco apuesta por un enfoque feminista al uso. En efecto, todo es mucho más complejo, aunque ello suponga no pocos inconvenientes para el propio film.

Passion Simple es la historia de una adicción, la que hace caer a una burguesa parisina infelizmente separada (Laetitia Dosch: extraordinaria) en las redes de un seductor/diplomático ruso alérgico a la cultura y partidario de Putin (Sergei Polurin: no tanto un actor como un estereotipo). Arbid contempla este descenso a los infiernos como si su protagonista fuera una yonqui, a la vez introduciéndonos en su cabeza (sendos travellings circulares, al principio y al final, confirman esa sensación) y filmándola con una extraña distancia (como si todo fuera el registro de un experimento). Y este dispositivo equívoco, que a veces provoca cortocircuitos, le permite igualmente conseguir una rara mezcla entre frialdad e implicación, subrayada por unas cuantas canciones que a veces emocionan y en ocasiones ironizan, de Leonard Cohen a Alan Vega, en lo que constituye una de las apuestas más atrevidas de la película. El resultado no solo es un trabajo tan notable como sorprendente, sino también un estudio severo e implacable sobre un inconsciente femenino sometido a un cierto imaginario social que se resiste a desaparecer, quizá una inquietante puesta al día del mito de Madame Bovary.