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Conviven este mes en nuestro número de Caimán CdC, la atención especial que prestamos a radiografiar las últimas y más recientes ‘derivas’ (y extravíos) del cine estadounidense –a propósito del estreno en salas de Los Fabelman, Tár, Babylon y La ballena y después de los de Avatar: El sentido del agua o Blonde–, con la dedicación que procuramos a la recuperación de la obra inédita en España de cineastas del pasado. Presente y pretérito se conjugan así para reivindicar hoy, en los tiempos de la cultura de lo efímero y la inmediatez, del consumo rápido que salta de contenido en contenido y convierte la actualidad (también la del cine) en un meme, la importancia de volver la vista atrás y releer el pasado para pensar no solo de dónde venimos sino también dónde estamos. Frente al fenómeno cultural entendido como algo cada vez más fragmentado y provisional, frente a la urgencia de la actualidad como único concepto posible, establecer conexiones, hacer dialogar y confrontar películas y autores de distintos periodos nos permite, en definitiva, leer y reescribir la Historia del cine como algo que se integra y relaciona con el presente de manera indisoluble.

Cubrimos de este modo la retrospectiva que se dedica a Paulo Rocha y gracias a la cual se estrenan en cines cinco de sus más importantes títulos; pero prestamos atención asimismo a la puesta a disposición de varias obras de Béla Tarr entre las que se incluye Sátántangó y dedicamos espacio al paso por las salas de La sangre, el primer largometraje de Pedro Costa. Se trata en todos los casos de obras no estrenadas hasta ahora en nuestro país que se distribuyen en versiones restauradas y/o remasterizadas. Algunas de ellas, además, después de su paso por salas comerciales pasarán por distintas filmotecas, quizás se vean también en alguna televisión y llegarán finalmente a las plataformas. Un nuevo y más amplio recorrido de difusión que ha sido propiciado desde el último año gracias al interés específico de ciertas distribuidoras comerciales hacia este cine antes considerado ‘de repertorio’ que han incorporado como puntal de sus propias líneas editoriales (y que ahora añadimos nosotros también, en consecuencia, a nuestro cuadro crítico).

Desde un circuito de distribución distinto, el centenario de la muerte de Ousmane Sembène, que Filmoteca Española celebra con un ciclo, nos permite también recuperar la urgente vigencia de una filmografía prácticamente obviada por la historiografía y la crítica más convencionales y que, sin embargo, se abre hacia el presente en múltiples direcciones. Del grito contra el racismo y la xenofobia, contra la explotación y la injusticia social o el colonialismo, pasando por el feminismo, volver a la obra de Sembène evita eso tan arriesgado y presuntuoso como puede ser, en palabras de Remedios Zafra, “pensar que somos más modernos que antes o que pensamos de una manera más sofisticada por hablar desde el siglo XXI” (la entrevista que contiene esta cita inagura, a su vez, una nueva serie de la revista a través de la cual buscamos reflexionar sobre el cine desde fuera de sus fronteras). Siguiendo a Zafra, en su referencia esta vez a Simone Weil, reafirmar el lugar esencial que ocupa la obra de un cineasta como Sembène (también el de Rocha, Costa o Tarr) permite además generar la fluidez suficiente (frente al estancamiento de la tradición) para crear la intersección y la mezcla, “que es de donde nace el conocimiento de época”.

En su texto sobre Sátántangó afirma Roger Koza: “Pertenece a una estirpe de películas que intentaban lo imposible: filmar el milagro materialista del mundo y estar estéticamente a la altura de ese acontecimiento cósmico. La última que se hizo en este siglo se titula Qué difícil ser un Dios, la filmó Alekséi Guerman y probablemente haya sido la última, porque una forma de hacer cine ha desaparecido. Todo lo que nos queda ahora es Avatar: El sentido del agua, un espectáculo de diseño grandilocuente que es un remedo de la grandeza de una película como Sátántangó. Sirvan sus palabras como una muestra más de los imprevistos y esclarecedores ‘destellos’ de conexión que es posible establecer cuando se hace dialogar el cine de distintas épocas. Sirvan también para cerrar un itinerario, el que proponen las páginas de este número de Caimán CdC, en el que es posible encontrar sugerentes fuentes de comunicación incluso entre las antípodas más aparentemente irreconciliables.

Jara Yáñez