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Hay un gran personaje en Noticias del gran mundo: el de Jefferson Kyle Kidd (Tom Hanks), excapitán sudista de la derrotada Confederación, que se gana la vida viajando de pueblo en pueblo para leer a los lugareños las noticias de los periódicos. Este lector trashumante que cambia las armas por el empeño civil de transmitir el conocimiento del mundo leyendo en voz alta la prensa cuando todavía no existían los quioscos,  es –si la memoria no traiciona a este crítico– una novedad absoluta para la historia del western y, en cualquier caso, un pretexto magnífico para aproximarse a la compleja y violenta realidad de un estado sudista como Texas, retratado aquí en 1870, cuando las cicatrices de la Guerra Civil y el sometimiento del estado al ejército de la Union todavía sangran en carne viva y están lejos de curarse.

Sin embargo, la película de Paul Greengrass (adaptación de la novela homónima de Paulette Jiles, 2016) no trata de esto. Su historia se centra en  el itinerario que recorre Kyle Kidd, acompañado de Johanna (una niña blanca secuestrada por los kiowas y educada con ellos), para devolverla a sus tíos, puesto que sus padres fueron asesinados por los indios. Y sí, claro, ese camino es exactamente el inverso del que recorría el violento y xenófobo Ethan Edwards (John Wayne) en Centauros del desierto (1956; no por azar evocada de forma explícita en un plano del film), obsesionado allí por la búsqueda de su sobrina, igualmente secuestrada por los indios tras la masacre de su familia.

Johanna y Kyle Kid, una chica blanca convertida en india y un sudista transformado en sereno y pacífico humanista, son las dos caras de un mismo y convulso país. Los dos arrastran consigo la herida de una pérdida trágica, los dos han perdido sus raíces y los dos parecen vagar como almas desoladas en medio de un paisaje arrasado por la violencia. 

Palpita en las imágenes del film el eco de un trasfondo histórico feroz (incluido el racismo de los emigrantes de origen alemán que empiezan a poblar el territorio), pero la tensión dramática nunca alcanza la densidad y la complejidad que encierra la situación, pues tanto el guion como la puesta en escena acaban por ceder –de manera complaciente– a un desenlace consolador (frente a la amargura doliente  y pesimista del final de Centauros…) y a un sentimentalismo que asoma, incluso, cuando Kyle Kidd (cuyo semblante apacible oculta el dolor callado de una herida emocional, y ahí reside lo más interno y sugerente de su retrato) se queda a solas frente a la tumba de su esposa: un momento en el que el llanto de Tom Hanks (¡qué gran error…, del actor y del director a la vez!) nos devuelve –nuevamente– a la añorada memoria de John Ford y a sus memorables monólogos con las tumbas, cuyo estoico diapasón era ajeno a semejante concesión sentimental.

Con todo, Noticias del gran mundo consigue narrar de forma aseada y con ciertos aromas clásicos un viaje bajo el que resuenan también ecos de Valor de ley (Hathaway / Coen) y de Budd Boetticher (la secuencia del tiroteo en el paisaje pedregoso de montaña), pero al que le sobran –por completamente innecesarios– los planos aéreos tomados con drones (verdadero cáncer del cine actual), convertidos en un mero adorno en busca de ingenua espectacularidad.

¿Y que pinta, entonces, el trabajo de Kyle Kidd leyendo periódicos…? Pues poco, o prácticamente nada, pues esa actividad nunca se cruza ni se relaciona con la tensión dramática del viaje, salvo para insertar de vez en cuando algún breve paréntesis. Se desaprovecha así, ¡maldita sea!, el gran hallazgo de la historia, lo que no quita para que, pese a  todo, estemos ante un western que consigue trazar un retrato vibrante, poliédrico y complejo del estado de Texas en un momento histórico crucial.