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El pasado mes de febrero y de la mano del FIBICC, tuvo lugar el primer encuentro de Saltos de Eje. Un espacio online que reunió a gran parte de los actores fundamentales de la industria y que situó el discurso de los temas más acuciantes de los últimos años en siete encuentros de hora y media de duración cada uno, donde industria, académicos, educadores, críticos, distribuidores, exhibidores online y de salas (entre otros participantes) debatieron acerca y sobre los retos que el audiovisual enfrenta en el contexto más complejo y fragmentado de su historia, acrecentado por la crisis del COVID-19.

El primero de estos encuentros, ‘Nuevos mundos y nuevas imágenes’, partía de cuestiones tales como la supuesta muerte del cine, la renuncia al celuloide, la pérdida del control del cine per sé del lenguaje audiovisual, la confrontación entre cine y series de televisión o la democratización del acceso a la creación audiovisual. Carlos F. Heredero abría el debate con reflexiones tales como la desaparición de aquella huella digital de la que hablaba André Bazin a partir de la manipulación digital de lo real; la superposición del cine y el conjunto de lo audiovisual, o en relación a la ‘democratización de la creación’, la advertencia de Steven Spielberg (“La creación artística no es un proceso democrático”), concluyendo que un mayor acceso a la producción no dará como resultado directo una mayor cantidad de obras de arte. Más institucional, Josetxo Cerdán planteaba la importancia de la creación de un archivo y un catálogo fílmico y la imposibilidad financiera de digitalizar y preservar el patrimonio fílmico patrio.

La experiencia del cine: el reto de repensar la exhibición, confrontó el modelo de exhibición artesanal con el modelo industrial junto a su contrapartida en el mundo del streaming. Fernando Lobo apostaba por un modelo de salas de cercanía, familiar, de preservación de la experiencia cinematográfica tradicional, frente a la de Alberto Sánchez cuya compañía sustenta el futuro de la exhibición cinematográfica en su valor experiencial y sensorial, más allá de la obra de arte cinematográfica. Joan Sala, programador de Filmin, revelaba en cambio la necesidad de la exhibición fuera de las plataformas como eje sustentador de toda la industria y su creencia en la coexistencia complementaria de ambos modelos de negocio. La expansión de la categoría ‘cine’: el auge de la diversidad, se centró en la explosión de los satélites que rodean el audiovisual tradicional, en especial las series, el género documental o la animación.

La sesión ‘¿Quién hace el cine? Las voces plurales de la diversidad’ centró su discurso en las nuevas voces (por género, por diversidad sexual) y espacios del audiovisual o la aportación del cine a la sociedad y viceversa en ‘Aprender (del) cine: el cine como eje clave de nuestra sociedad’, finalizando con dos debates (uno sobre el acceso a financiación en un ecosistema tan competitivo y otro centrado en alcanzar el objetivo de sostenibilidad de la agenda 2030 en la industria) y una ceremonia de clausura con homenaje a Icíar Bollain incluido. Un tipo de encuentros necesarios y fundamentales para entender y sobrellevar un nuevo futuro tan enigmático y complejo como apasionante.