La historia no es otra que la del hijo pródigo que regresa a casa. El hombre –Pierfrancesco Favino– marchó con quince años del barrio de la Sanità de Nápoles para instalarse en otro lugar, El Cairo. Durante cuarenta años construyó su vida, su empresa, se casó y olvidó. La primera etapa de su regreso a casa es el encuentro con su madre. La mujer es una anciana a punto de morir. El hombre puede despedirse de ella antes de que fallezca. La segunda etapa será la de recuperar las calles, algunas gentes que conoció y observar que el barrio ha cambiado, pero que en sus calles continúa existiendo cierta idea de la violencia. La tercera etapa es el reencuentro con el pasado, con los motivos que lo obligaron a marchar y dejar atrás toda su juventud. Mario Martone adapta una novela de Ermanno Rea de forma errática. Lo interesante de la historia es la exploración del laberinto de recuerdos y mostrar su pervivencia. La película va por otros caminos, y explora la relación con el universo de los poderes de la delincuencia napolitana y de los amos de la ciudad. Martone es incapaz de dar vitalidad al relato de una amistad perdida y acaba realizando una película de apariencia excesivamente vieja, que no sabe encontrar el tiempo justo para contar su historia y que acaba quedándose en la superficie. No hay peor destino para una película que la de acabar intuyendo aquello que presuntamente acabará ocurriendo. En Nostalgia todo es tan evidente que es imposible cruzarse con alguna sorpresa.

Àngel Quintana

El retorno a su Nápoles natal del protagonista, tras cuarenta años de ausencia, articula la nueva realización de Mario Martone, que regresa con ella también a su propia ciudad, a una realidad social que conoce bien y a un tema que ha sido ya objeto de otras películas suyas: la presencia de la Camorra y la vida en el interior de los barrios que gobierna la red mafiosa bajo el silencio que impone su ley. Felice (Pierfrancesco Favino) regresa como un hombre maduro, de fe musulmana, casado con una mujer egipcia y convertido en un empresario de éxito. El pretexto inicial de su viaje (reencontrarse con su madre, poco antes de su fallecimiento) deja paso enseguida a los verdaderos y más profundos impulsos que están detrás de su regreso: ajustar cuentas con su pasado juvenil y recuperar el vínculo con su cultura de origen. Martone narra la historia con pulso intermitente y con una dramaturgia perfectamente previsible que recurre a un procedimiento de extrema obviedad para desvelar lo que oculta el pretérito de Felice (las secuencias con formato 1:1,66 y con diferentes tonalidades cromáticas, insertadas de forma mecánica dentro de un film con formato 1:2,35). El relato se hace tan prosaico como académico dentro de un film que contiene, pese a todo, algunos destellos de interés, centrados casi siempre en la actividad de un sacerdote con los chavales del barrio para tratar de sustraerlos al destino terrible que les ronda si no logran integrarse en la vida social del entorno. Pero estas secuencias son solo un mero telón de fondo, apenas algunos breves interludios dentro de una narración que discurre casi siempre plana y sin relieve, repetitiva y sin mordiente.

Carlos F. Heredero