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El primer largo del americano Owen Kline homenajea el universo underground de los cómics y la novela gráfica americana de los años setenta. Robert Crumb, obviamente, pero también Gary Panter, Drew Friedman, Tony Millionaire, Dean Haspiel, Garry Trudeau… El film demuestra, en forma de citas, un dominio profundo de la escena que honra. Y es que el propio Kline (colaborador de Baumbach y compañero de Joshua y Benny Safdie) quiso ser viñetista de joven y trabajó en un videoclub de Nueva York. A partir de la experiencia personal de aquellos años el cineasta vuelca aquí no solo todo su conocimiento de aquel universo, sino también la atmósfera propia de aquella contracultura cuya primera preocupación (y el film lo hace evidente en forma de pregunta) tenía que ver con el lugar de la irreverencia y la subversión.

Los personajes de Funny Pages reproducen aquellos ‘estereotipos’ del outsider, excluido y fuera de cualquier convención, pero también establecen un paralelismo con aquel ‘trazo grueso’, enérgico, sudoroso y sucio; con aquella expresión sexualizada, siempre excesiva, y con la mirada crítica y transgresora del universo de las viñetas que toma como referencia. Un poco a la manera de la serie de Kevin Smith Comic Book Men, en torno a su tienda de cómicSecret Stash’ de Nueva Jersey, la película de Owen Kline es, al cabo, una celebración de la comunidad que se genera en torno a estas librerías especializadas y que él toma también como escenario privilegiado.

Jara Yáñez