Otra muestra más de la muy despistada programación del señor Thierry Frémaux: una película histórica de corte tradicional y más bien academicista (un registro y un modelo narrativo donde nadie podía esperar a su director) para contar la historia de Katherine Parr, la sexta y última esposa de Enrique VIII de Inglaterra. Para sorpresa de casi todos, una reconstrucción de época bastante cuidada que no es suficiente para justificar el que esta película vieja y convencional haya podido acceder a la competición oficial, sobre todo si se piensa que se le ha negado la entrada a la extraordinaria película de Víctor Erice (Cerrar los ojos) o la muy valiente y arriesgada exploración de Lisandro Alonso (Eureka). Pero claro, enseguida descubrimos una posible razón para que Firebrand haya podido colarse en el escaparate principal del certamen. Una razón que, de nuevo, no tiene nada que ver con lo cinematográfico, sino con lo meramente temático: el protagonismo de una figura femenina que la película reivindica como verdadero motor de la Historia de Inglaterra en aquellos años, a diferencia de otras ‘Historias’ protagonizadas casi siempre por los hombres. Estamos aquí, por tanto, ante un nuevo caso que muestra cómo se puede bajar el nivel de calidad de una programación cuando la estética y lo fílmico –en el sentido fuerte de ambos términos– se postergan en favor de la lectura culturalista. Flaco favor al cine y al propio festival, porque –para quede claro– Firebrand no es La emperatriz rebelde (Marie Kreutzer). Un océano de cine separa ambas propuestas, las dos protagonizadas por sendas y fuertes figuras históricas femeninas. Carlos F. Heredero