Atrapar el tiempo

Tiempo, memoria y sueños se funden en Demonic (2018) de Pia Borg. Entrelazando diferentes testimonios, grabaciones reales de noticiarios junto a reconstrucciones con actores (imágenes falseadas que se confunden con las auténticas), este corto documental retrata un episodio de histeria colectiva que tuvo lugar en los años ochenta en Estados Unidos y que surgió a partir de denuncias sobre posibles prácticas satánicas. Los hechos tuvieron un fuerte impacto en los medios de comunicación, de ahí que la fuente principal de material de archivo sean grabaciones de programas de televisión. Pero la combinación entre el material real y el recreado hace cuestionarse si lo que se ve y se dice es cierto, o si no es parte del trance histérico. Pia Borg se pregunta hasta qué punto los medios influyen en la memoria y esta acaba adulterada por el impacto de las imágenes. A lo largo del film, los límites entre documental y ficción se difuminan, la cámara flota y deambula por espacios creados digitalmente, realidades virtuales que funcionan como la falsa memoria. Recuerdos distorsionados y representados con imágenes que están más cerca del mundo onírico que del real.

Demonic también es un nuevo intento de su directora por atrapar el tiempo, una búsqueda reflejada en sus cortometrajes anteriores, donde puede verse la mezcla de diferentes técnicas como el stop motion y la animación digital para crear realidades donde el tiempo es diferente e incluso visible. Palimpsest (2008) retrataba el paso de varios siglos en un mismo espacio; en cierto momento se mostraba la estructura de ese palimpsesto al que se refiere el título, al aparecer a la vez todas las capas de tiempo una sobre otra. Ciclos que se devoran a sí mismos, memorias superpuestas y que se confunden, igual que en Demonic. En Crystal World (2013) Borg adaptaba la idea central que J. G. Ballard desarrollara en una de sus obras, El mundo de cristal (1966), donde el paisaje comienza a cristalizarse y a morir. Pero también se transforma en tiempo encapsulado, como las imágenes grabadas de Demonic. Las grabaciones atrapan el tiempo para siempre, de la misma manera que el cine, que captura imágenes que acaban por formar parte de nuestra memoria. Amaia Zufiaur

 

La racionalización de la violencia

El estreno de Hail Satan? (Penny Lane, 2019) casi se podría tomar como una suerte de respuesta a Demonic (2018), el último trabajo de Pia Borg. En la cinta de Lane se documentan los orígenes y características de El Templo Satánico, una organización que, al contrario de lo que pudiera parecer, basa su causa en el uso de la figura de Satanás como un símbolo para luchar contra los ideales conservadores del cristianismo. Si en Hail Satan? lo demoníaco esconde en realidad una búsqueda de ciertas libertades y derechos, en Demonic oculta una reflexión sobre el miedo y la manipulación. El cortometraje de la directora australiana muestra la histeria colectiva que produjo en la década de los ochenta el libro Michelle Remembers (Lawrence Padzer y Michelle Smith, 1980), en el que se aseguraba la existencia de rituales satánicos donde se llevaban a cabo abusos sexuales a niños y adolescentes, pero que nunca llegó a demostrar que los casos de los que se habla fueran reales.

Para remarcar esta dualidad de realidad/ficción, Pia Borg conduce gran parte del relato a través de recreaciones 3D, creadas por ordenador y difícilmente distinguibles de un vídeo real. Se trata, en cualquier caso, de grandes salas vacías por las que la cámara culebrea acercando el tono del film hacia el terror, mientas se escucha la voz de Michelle contando los horribles actos que, supuestamente, sufrió. Al principio, el psiquiatra le dice: “es como volver a una casa abandonada, no puedes hacerlo solo”, y esto es justo lo que la directora nos obliga a hacer.

A lo largo del corto se evita en la medida de lo posible el uso de material nuevo, y opta por incluir programas de televisión –sobre todo telediarios– que se emitieron en su momento en el territorio estadounidense, como una forma de remarcar el papel de los medios de comunicación, la televisión en particular, a la hora de dar pábulo a noticias falsas y expandir el miedo entre la población. Y es que Demonic es una obra que habla sobre el miedo a la violencia y cómo se busca un motivo que explique ciertos actos. Porque es más fácil creer que Satanás nos controla a admitir que existe la maldad en el ser humano. Alejandro Pazó