Con motivo del cincuentenario del golpe de Estado y la posterior muerte del presidente Salvador Allende, se ha presentado en el marco del Festival de Cine de San Sebastián la miniserie de cuatro capítulos Los mil días de Allende: una coproducción hispano-chilena, con la colaboración de Radio Televisión Española, que pone en escena los hechos y el entramado político que rodeó al violento derrocamiento de la primera revolución socialista que llegó democráticamente al poder en Chile.
De cómo fue aplastado el innovador, en muchos sentidos, proyecto del presidente electo chileno nos habla este biopic que incide en mostrar la cara íntima, humana y familiar del gran orador, y político adelantado, que era Allende. A través de la mirada de un joven periodista español que se adentra, con inusitada facilidad y por empatía, en el círculo de confianza del presidente, la miniserie hace un ejercicio didáctico de seguimiento de los hechos convirtiendo a estos en una sucesión de conversaciones. Arrancando desde poco antes del momento de triunfo de los socialistas en las urnas, la serie desarrolla un objetivo claro: el subrayado de la importancia de la recuperación de la memoria histórica colectiva contemporánea.
Con vocación de mostrar a las nuevas generaciones todo lo sucedido, la miniserie ya estrenada en Chile y que llegará a mediados de octubre a las pantallas españolas, habla de las circunstancias políticas y sociales del momento histórico que narra a través de una puesta en escena convencional, con un pelaje tosco en sus formas, centrado en ilustrar diálogos y, en menor medida, en incorporar material de archivo al conjunto. Material de archivo entre el que también se insertan e intercalan escenas dramatizadas rodadas con los actores del propio biopic.
En cuanto al elenco, Alfredo Castro en la piel de Allende se centra en expresar el poder de la oratoria del presidente evocando sin imitar y manejando bien una caracterización que deja al actor irreconocible. Benjamín Vicuña, sin embargo, hace lo que puede dando vida a un Fidel Castro menos creíble en esta serie que quiere contribuir al recuerdo y la reflexión pese a su pulso artístico y audiovisual imperfecto. Alejándonos ya de cuestiones cinematográficas y de decisiones que no potencian el necesario mensaje, lo curioso e importante aquí es cómo una producción histórica puede estar de total actualidad en su temática. Y es que, dado el escenario político internacional actual y la terrorífica reaparición de la ultraderecha con su censura y cuestionamiento de los derechos fundamentales, los ejercicios de memoria deben ser, en este sentido, siempre bienvenidos. Raquel Loredo.