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La coproducción argentino-española dirigida por la actriz María Zanetti se pierde en una puesta en escena sin horizonte. Desde el inicio hasta el fin, su ópera prima sobre cómo una adolescente transita, con las contradicciones propias de su edad esa tan difícil etapa de apertura al mundo, no presenta soluciones cinematográficas expresivas ni emocionales.

Lola tiene dieciséis años y quiere ir a estudiar a Alemania al menos un semestre. El problema es que sus padres no pueden costear el viaje. La motivación que empuja a la joven a querer estudiar en Europa deriva de los planes que ella misma ha hecho con su mejor amiga. Ambas llevan soñando desde hace tiempo hacer realidad esta escapada de su mundo infantil hacia un futuro más libre e idealizado, creación tan propia de una mirada todavía tierna. Los vínculos entre los miembros de la familia de Lola, especialmente los de la propia protagonista con su hermana mayor, que sufre un problema de salud mental, son el argumento de una historia tristemente drenada en la práctica de cualquier emoción. La autenticidad interpretativa de las protagonistas nada puede hacer frente a unas poco interesantes soluciones de punto de vista. Y es que no se trasluce un alma visible en este drama bienintencionado, pero más bien convencional. Tampoco el film logra contagiarse del romanticismo del walkman y las cintas de casete que aparecen en su metraje. Otro bonito intento de volver la vista al pasado convertido sin embargo en un recurso que no termina de funcionar.

Alemania se desarrolla como otro coming of age, en su caso, carente de rumbo pese a su intención de querer ser ese espejo amable, de colores cálidos y de captura de intensidades dramáticas, que tantas veces hemos visto en otras películas. Raquel Loredo