David Ernaux-Briot, el hijo menor de Annie Ernaux, recuperó hace unos años los viejos Super 8 que su padre, Philippe Ernaux, grabara entre los años 1972 y 1981. Propuso entonces a su madre la escritura de un texto (el que ella misma lee en off en la película) que pudiera servir de comentario para aquel archivo familiar del que él mismo es responsable del montaje. El resultado es una pequeña pieza en la que, como ocurre en sus libros, Annie Ernaux parte de su propia vida, de su experiencia íntima, para recuperar la memoria personal, pero también para encontrar los puntos de conexión que esa esfera ofrece siempre con lo político.

La capacidad narrativa de Ernaux elabora entonces un relato que, de alguna manera, viene a contradecir las imágenes que grabó siempre Philippe, tal y como (según explica la propia Annie), marcaban los roles de género. Y es que las imágenes no escapan de las formas y los temas propios de ese ‘estilo’ doméstico impersonal que es reflejo de una vida que se registra solo en los momentos lúdicos, los viajes o las celebraciones y que representa también un tipo de imagen-souvenir tópica del ‘turista’ (otro concepto que emergía en aquellos años y que la propia Annie hace consciente). Pero la voz de Annie, que recupera para esta pieza parte de sus antiguos diarios, contradice esa apariencia imprecisa e idealizada de su propio pasado familiar para recordar no solo todos los vaivenes políticos y sociales de la época (Mitterrand, la muerte de Franco, las plantas nucleares, el inicio del calentamiento global, las cuestiones de clase…) sino también sus libros y películas de referencia o la dificultad para compaginar los años de maternidad y crianza con sus ambiciones como escritora. El film pone punto final en 1981, después del último viaje que hicieran juntos ella y su marido, también el último que Philippe grabara, porque ese fue el momento definitivo de su ruptura matrimonial. Un acontecimiento en la vida de la escritora que coincide además con la publicación de su libro La Femme gelée.

Jara Yáñez

Todo empieza un día del año 1972, en ese tiempo en que a Francia llegó la televisión en color y cuando George Pompidou estaba en la presidencia del gobierno. Philippe Ernaux ,marido de la escritora Annie Ernaux, compró una cámara de Super 8 para filmar fragmentos de los viajes familiares. En aquellos años, Annie Ernaux aún no había publicado su primer libro y la familia se había trasladado a Annecy, ciudad tranquila en invierno y muy turística en verano. Annie Ernaux es una de las grandes escritoras sobre el peso de la memoria familiar, su obra es una gran autobiografía de momentos e instantes que reflejan un tiempo, unas formas de vida y los pequeños sinsabores de la clase media francesa. Les Années Super 8 es una película muy simple pero bella y emotiva. Annie Ernaux pone voz a las imágenes que rodó su marido del que acabó separándose. La crónica de los desplazamientos también acaba siendo la crónica de un desamor. La voz poética de la escritora va analizando los desplazamientos por diferentes partes del mundo desde Santiago de Chile, en la época de Pinochet, hasta la Unión Soviética de Breznev, pasando por Pamplona. A lo largo de sus trayectos se filtra el peso de unas imágenes que son también parte de la memoria, en la que ella se observa desde la posición de la otra, desde la distancia que marca el paso del tiempo. Un recorrido de más de diez años en el que el Super 8 impregna una pantalla de recuerdos y la escritora elabora para el cine un capítulo más de su inmensa obra literaria.

Àngel Quintana