Al hablar de memoria de las dictaduras latinoamericanas, existe un cierto olvido de la dictadura militar encabezada por Humberto de Alencar Castelo Branco, que tuvo una duración de veintiún años 1964 a 1985. Quizás por su larga duración, a veces se olvida que también hubo desaparecidos víctimas de la represión política. Después de un cierto tiempo sin dirigir, Walter Salles ha decidido resucitar la memoria de su país partiendo del caso real del ingeniero Rubens Pavía (exdiputado del Partido de los trabajadores) que una mañana de enero de 1971 desapareció de su rica mansión de Rio de Janeiro y de cuyo fallecimiento su familia no tuvo constancia hasta veinticinco años después de los hechos, en 1996.

Walter Salles podría haber centrado su película en los momentos de tensión que vive el protagonista cuando es encarcelado y torturado por los militares, pero parece renunciar a ello para dar protagonismo a su mujer y a su familia. No es una película sobre torturas e interrogatorios, sino una película sobre la ausencia y la memoria de esta ausencia. Uno de los principales leitmotivs de la película no es otro que las fotos de familia. En los retratos tomados en el momento de la despedida familiar que los Pavía realizan a su hija mayor que debe ir a estudiar a Londres, se hace patente la unión de una familia extensa que disfrutaba de las playas, escuchaban a Maria Bethania y a Gilberto Gil y vivía libremente al margen de los controles militares y del fantasma de la represión. Unos años después esta familia debe volverse a fotografiar sin el padre, deben hacerlo para denunciar a los medios internacionales su ausencia. Walter Salles construye una buena crónica del vacio centrada en el personaje de la madre Eunice, maravillosamente interpretada por la actriz Fernanda Torres. El tema principal de la película es cómo sobrevivir a la ausencia sin borrar las huellas de la memoria. La película tiene momentos brillantes, principalmente en su primera parte, y cae en toda su parte final en un exceso innecesario de retórica. Es evidente que Walter Salles no es un gran cineasta, pero también es verdad que unos cuantos años después de su insípida versión de On the Road de Jack Kerouac, con Ainda stou aqui es capaz de rodar su mejor película.

Àngel Quintana