Una de las corrientes más preocupantes que recorren el cine contemporáneo es la del cine ruidoso, hípervitaminado, empeñado en impactar al ojo y al oído de manera constante. Un cine ‘puesto’ hasta arriba de esteroides anabolizantes para conquistar la atención distraída del espectador acostumbrado a las pantallas de los móviles y al consumo intermitente del espectáculo televisivo. A esa impositiva y perniciosa estirpe de películas pertenece la prepotente The Substance (Coralie Fargeat), pero también esta ridícula e insoportablemente larga “fotonovela para adolescentes” (Jaime Pena dixit) con formato de thriller urbano contaminado por un redentorismo moralista tan ingenuo que produce asombro. Firmado por Gilles Lellouche en el primer largometraje que dirige en solitario, el film cabalga sobre una aparatosa y estridente mezcla sonora –empeñada en generar sin descanso apabullantes impactos acústicos venga o no a cuento– y sobre la bobalicona cursilería que baña todo el segmento dedicado a la etapa adolescente de los protagonistas. A mayor abundamiento, su caprichoso armazón narrativo, que se arrastra a base de toscos giros de guion a lo largo de ¡casi tres horas!, se abre con una secuencia (la mejor del relato, pese a todo) que no solo se desvela como tramposa, sino que también resulta perfectamente inútil, pues nos anuncia un desenlace trágico para luego abrir un largo flashback que debe devolvernos a esa apertura, pero que en realidad conduce la narración a un inverosímil happy end que verdaderamente es de no dar crédito. El nivel de la propuesta no es mayor que el de un telefilm de sobremesa, pero lo verdaderamente inverosímil es que haya sido programado en la sección oficial. El chauvinismo sigue causando estragos.
Carlos F. Heredero
Gilles Lellouche, actor y director de una comedia de éxito en Francia titulada Le Grand bain, convierte L’Amour ouf en una historia de malas compañías. Clotaire (Malik Frikah/François Civil) y Jackie (Mallory Wanecque/Adèle Exarchopoulos) son dos amantes que se conocen durante su adolescencia. Él vive cuidado por su madre en una familia de condición obrera y desde muy joven busca en la banda aquello que no puede encontrar en la familia. Ella es una chica burguesa, aplicada en sus estudios, que vive sola con su padre que ha enviudado. El azar hace que estas dos personas que viven en entornos aislados se encuentren y se amen, sin ser conscientes del peligro que puede comportar su encuentro, En la primera hora de la película conocemos su vida adolescente hasta que Clotaire acaba siendo juzgado y condenado a diez años de clase. El tiempo de la cárcel es una elipse que parte la película en dos partes y nos conduce a las consecuencias que implica la posibilidad de vivir una nueva vida cuando el fantasma del tiempo puede volver para recordar lo que se ha dejado atrás. Jackie ha rehecho su vida, ha encontrado un nuevo amante y vive en un entorno marcadamente burgués. Clotaire no tiene otro remedio que seguir mal viviendo junto a los miembros de su banda, convertir su existencia en una caída progresiva al infierno mientras entra en un círculo de violencia. Gilles Lellouche nos muestra dos posibles salidas de esa historia de amor imposible marcada por las malas compañías: la tragedia y la felicidad. L’Amour ouf –juego invertido con el término L’Amour fou– es una película pomposa, grandilocuente de una duración cercana a las tres horas en las que lo que se cuenta ya ha sido visto en otras películas. El drama de amor enfermizo situado en un mundo violento no tiene ningún paragón con Los amantes de la noche de Nicholas Ray, sino que está más cerca de una mala fotonovela. Netflix está en la sombra de la operación.
Àngel Quintana