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Carlos F. Heredero.

Se suele aplicar el concepto que titula este editorial, en su acepción francesa, a los días y los acontecimientos que marcan las primeras fechas otoñales, cuando el final del paréntesis estival nos aboca al inicio del nuevo curso escolar y, con él, parecería que comienza también una nueva temporada cinematográfica. Sin embargo, la verdadera rentrée no tiene lugar en septiembre, sino en febrero, cuando las citas ineludibles de Sundance, Rotterdam y Berlín abren el ciclo de los festivales más relevantes del año, tras los que llegarán al menos –si estamos hablando de los foros por los que circulan las premières más esperadas– los sucesivos encuentros de Cannes, Locarno, Venecia y San Sebastián.

En Rotterdam y Berlín se van a presentar, de hecho, algunas de las películas que están entre las que suscitan más interés y esperanzas para este 2020 que apenas acaba de arrancar. Y estas serán solo el jugoso aperitivo de un menú que se prevé mucho más amplio y que se desplegará también, deseablemente, por derroteros más imprevisibles a lo largo de los meses venideros. Un menú-degustación del que hemos entresacado, en las páginas que siguen, cincuenta títulos dirigidos por otros tantos cineastas. Cincuenta películas que auguran un posiblemente fructífero desarrollo de filmografías y/o de promesas ya de por sí muy consistentes, por lo que resulta razonable esperar de ellas algunos de los destellos fílmicos más estimulantes a descubrir en las apasionantes exploraciones cinéfilas que tenemos por delante.

Con todo lo que esta operación tiene de riesgo, admitámoslo, estas son las apuestas autorales de Caimán Cuadernos de Cine para el año en curso. Pero no son solo las nuestras. Lo son también, cada una en su territorio y en diferentes momentos del año, de los festivales antes citados, de la mayoría de los programadores de estos y de otros muchos certámenes igualmente atentos a lo más vivo de lo que ofrece el cine mundial en cada momento, así como de la crítica más despierta: aquella que rastrea sin cesar el horizonte contemporáneo en busca de nuevas imágenes, nuevas propuestas estéticas y narrativas, nuevas vías para contar historias y nuevas miradas capaces de configurar nuevas formas expresivas.

Confiar en las próximas entregas de cineastas como Wes Anderson, Leos Carax, Lav Diaz, David Fincher, Terence Davies, Abel Ferrara, Mia Hansen-Løve, Hou Hsiao-sien, Nanni Moretti, Paul Verhoeven (cuya esperada Benedetta ocupa nuestra portada), Kelly Reichardt, Jia Zhang-ke, Luis López Carrasco, Lois Patiño, Manuel Martín Cuenca o Meritxell Colell tampoco tiene tanto de arriesgado, por otra parte. Y lo mismo sucede con las obras de los restantes creadores incluidos en el reportaje que abre este número: películas que, de una manera o de otra, con toda seguridad volverán a nuestras páginas más adelante, y seguro que con mucha mayor extensión.

Son apuestas que, por otro lado, forman parte de la labor de la crítica, obligada a explorar el territorio, desbrozar la maleza, proponer senderos y llamar la atención sobre lo que nos podemos encontrar más adelante para que no se nos pase desapercibido nada de todo aquello que pueda merecer realmente la pena. Eso sí, ante una predicción como esta, resulta sensato advertir que en el listado propuesto son todos los que están (esto parece indudable), pero casi con total seguridad no están todos los que serán –los que descubriremos– a lo largo del año. Y esto es también lo más excitante del ejercicio, pues en definitiva no somos los críticos, sino los creadores los que dibujan los caminos del cine.