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A partir de un cuento escrito por Jean-Claude Grumberg (hijo de padres deportados a Auschwitz), Hazanavicius reconvierte su historia en una corta película de animación (81 minutos) en la que, todo lo que pone él (firmante del diseño y del dibujo de los personajes), no solo es bastante feo y pobre, sino incomprensiblemente primario bajo el pretexto de lo naíf. Quizá en manos de otros dibujantes, con otro concepto de animación y bajo la dirección de un cineasta menos propenso al sentimentalismo más ramplón, esta fábula sobre sobre el horror de la Shoah, que habla de la infancia desamparada, víctima de la barbarie nazi (un bebé es arrojado por su padre a la nieve del bosque desde uno de los trenes que circulan de manera incesante camino del campo de concentración, con la esperanza de salvarlo de su horrible destino), habría resultado más interesante, pero la propuesta que ha llegado a la pantalla se disuelve finalmente como un azucarillo bienintencionado (la disposición de las gentes de buen corazón para cuidar de los niños) a pesar de que sus materiales dramáticos y narrativos (los hornos crematorios, la intolerancia racista, la connivencia con el nazismo) apuntan hacia un territorio no precisamente propicio para lo sentimental. Si a ello se añade un subrayado musical excesivo y una resolución final cargada de enfático humanismo, tendremos ya todos los mimbres acostumbrados en un cineasta de falso prestigio al que Cannes insiste, una y otra vez, en ofrecerle una plataforma de relumbrón que no se merece. Y si a ese redundante chauvinismo se le añade el reclamo de un ‘tema’ respetable (coartada que en este festival ha servido para justificar varios horrores fílmicos), pues ahí está el resultado: una de la películas peor puntuadas por toda la crítica internacional.

Carlos F. Heredero

Jean-Claude Grumberg es un reputado escritor, dramaturgo y escritor francés, autor de un influyente ensayo titulado Pour en finir avec la question juive. Grumberg nació en 1939, sus padres fueron deportados al campo de exterminio de Auschwitz y tanto él como su hermano pasaron su infancia en un internado. Este trauma le ha acompañado toda su vida y lo ha plasmado en obras de teatro y en un pequeño cuento infantil titulado La Plus Précieuse des marchandises, publicado en 2019 y escrito como una reivindicación de la infancia y el amor a los niños. Michel Hazanavicius es un cineasta todoterreno al que le gusta crear imágenes que provengan de otras imágenes para realizar un proceso de vampirización de resultados más que cuestionables. En su curioso periplo por el cine mudo, el melodrama de postguerra, el cine de Godard y el cine japonés de serie B, le faltaba trabajar en la animación. Con la ayuda de Jean-Claude Grumberg en el guion, ha dado forma animada a la fábula de un niño que es lanzado de un tren y al que dos leñadores recogen en su cabaña. Son los años de la Segunda Guerra Mundial y las autoridades políticas del lugar vigilan la situación. En el bosque los trenes no cesan de pasar hasta que deducimos que el niño fue salvado de la muerte. La presencia de Grumberg, que como dramaturgo ha estado trabajando para la Comédie Française, ha permitido que las voces de la película fueran las de Dominique Blanc y Denis Podalydès, en estos momentos los dos actores más destacados de la Comédie, y que contara con la grabación de la voz de Jean-Louis Trintignant antes de fallecer. La película puede considerarse como un compendio de los defectos y virtudes de Hazanavicius . En el capítulo de las virtudes destaca en este caso su cuidado trabajo de animación y creación de un mundo que parte de la fábula para remitir a la Historia. Entre sus defectos está el tono enfático y excesivo del relato –puntuado por un exceso de música– y el deseo de convertir la fábula en una lección moral que acaba teniendo tono de película de beneficencia.

Àngel Quintana