Ghosts parte de una premisa que puede emparentar temáticamente el filme con Gagarine, uno de los títulos destacados de la Sección Oficial. En concreto en su alegato sobre la gentrificación de los barrios y el aislamiento y marginación de los habitantes originales de una comunidad. Pero si Gagarine se desvía de los tropos habituales del cine de denuncia social, a partir de los códigos del cine de ciencia ficción contemporáneo -desde Alien a Gravity, pasando por Encuentros en la Tercera Fase y Attack the Block– el debut de la cineasta turca Azra Denis Okyay, galardonado en el pasado Festival de Berlín con el Premio de la Semana de la Crítica, se nutre tanto de la escena urbana contemporánea -esos oníricos y electrizantes insertos entre el videoclip y el musical contemporánea de su acto final- como de la estructura coral entre Robert Altman y el montaje desestructurado del primer Alejandro González Iñárritu. Todo ello acompañado de una duplicidad de formatos, donde la verticalidad del dispositivo móvil sirve para representar la inmediatez de lo real y el formato anamórfico para adentrarse y retratar los rostros en primer plano contrapicado de tres mujeres de diferentes generaciones en las convulsas calles de Estambul previas a un apagón que desata el caos.
Un caos grupal que deviene y sirve de representación externa del tumulto interior de las tres mujeres protagonistas del relato que sirven de reflejo de las nuevas corrientes feministas y libertadoras proveniente de Oriente Medio. Un mundo donde el audiovisual occidental, en todas sus vertientes, ha plantado la semilla del cambio y cuya difusión, distribuida por fragmentos a través de las redes sociales, infecta al ritmo y cronología del largometraje, definiendo su montaje a golpe de sintetizador, de cajas rítmicas que mutan constantemente el ADN de la cinta, pervirtiendo (en el buen sentido) de tal manera la estructura tradicional que se permite introducir una suerte de créditos finales a diez minutos de terminar su metraje, convirtiendo sus compases finales en una suerte de epílogo que cierran cual cinta de Möbius los dos extremos de la cinta.
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¿Por qué el cortometraje sigue siendo uno de los formatos audiovisuales más maltratados por la industria? A pesar de las múltiples reivindicaciones de muchos de los agentes del sector, la falta de un circuito comercial hace que continuamente se encuentre con un techo aparentemente infranqueable.
Para tratar de desgranar esta situación contamos con Samuel Rodríguez, fundador de CortoEspaña y de los Premios Fugaz al cortometraje español. A lo largo de la entrevista repasaremos la aportación de estas dos iniciativas referentes dentro de la reivindicación del cortometraje en España, al tiempo que trataremos desgranar cuáles son las oportunidades que se pueden abrir para que, de algún modo, el cortometraje consiga un espacio de relevancia en nuestra relación con el audiovisual.
📖 Guión y comunicador🎙️: Diego Rufo
🖼️ Imagen gráfica y técnico de grabación: Jaime Garzía
🎛️ Producción de podcast: Iván Patxi Gómez Gallego https://www.ivanpatxi.es
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