Feu Follet es una pieza breve que permite a Rodrigues adentrarse en el terreno del musical y de la comedia (con la que ensayara ya en Morir como un hombre, de 2009). La película empieza y termina en 2069, en el lecho de muerte del príncipe Alfredo (la muerte, de nuevo, uno de los grandes temas de Rodrigues), para elaborar un gran flashback que recuerda sus memorias de juventud, cuando quería ser bombero y se enamoró de Alfonso, su instructor negro (los amores interracializados se definen ya como otra de las líneas subterráneas que relacionan la propuesta global de programación de la Quincena). Un arranque de fábula que conecta a continuación con una canción infantil portuguesa de los años ochenta que alude a la naturaleza y a los árboles de manera ingenua, pero que hila el relato hacia una cierta idea de la conciencia medioambiental mientras permite al cineasta pasar después a la llegada de Alfredo a la estación de bomberos.

Inserta en el terreno de la fantasía, Feu Follet deja abierto el camino para que Rodrigues intervenga libre y subversivo sobre sus materiales. La película es una pieza pequeña, pero tremendamente rica y generosa en recursos, inventiva y hallazgos. Feu Follet contiene, de hecho, una sátira sobre la monarquía (a partir de esta idea de la revisitación del cuento popular de príncipes y princesas), pero también referencias cinéfilas (“no confundir familia real con cine de lo real”, dice la reina Teresa, madre de Alfredo) o una puesta en escena estilizada que por momentos se teatraliza para romper la cuarta pared, utilizar las puertas como telón y dirigirse de manera directa al espectador para hacer evidente la conciencia, que compartimos todos, de estar siendo observados por los otros y de actuar en consecuencia. Pero el film de Rodrigues ofrece también coreografías de una fuerte carga estética, colorista y sensual (especialmente la que bailan Alfredo y Alfonso sobre el tema Noir sur blanc) mientras es capaz de pervertir el estereotipo de las imágenes de los calendarios de bomberos, en el que es uno de los grandes momentos de la propuesta, a través de la resignificación de algunas obras clásicas de la Historia del arte y del desnudo masculino. Pero la película de Rodrigues, en su aparente levedad y ligereza, habla también (cómo no) de la búsqueda de la identidad, de la diversidad de los cuerpos y de la expresión de una sexualidad libre que se centra, eso sí, en lo masculino (con la imagen fálica como gran exponente). En definitiva, la película de Rodrigues es una celebración divertida, sofisticada, inteligente y rica del arte, el amor y el sexo que, en su insubordinación, contiene una poderosa potencia política.

Jara Yáñez