Print Friendly, PDF & Email

En el año 2000, Helena Taberna dirigió Yoyes, una crónica sobre la dirigente de ETA que abandonó la organización, se exilió en México y fue asesinada por sus excompañeros a su regreso al País Vasco. Ahora, veintidós años después, la cineasta Lur Olaizola vuelve a Ana Torrent, la actriz protagonista de aquel film, y se sienta con ella para leer retazos de un guion que supuestamente están ensayando y que incluye fragmentos del diario de Yoyes. Hay dos cosas de las que Olaizola huye como de la peste en este peculiar, emotivo ensayo: por un lado, de cualquier tipo de solemnidad o énfasis, pues la lectura, por otra parte elíptica y fragmentaria, se rompe cada dos por tres cuando ambas se ponen a conversar relajadamente sobre el material que tienen entre manos; por otro, de contemplar a Yoyes como una figura histórica intocable y petrificada, prefiriendo verla, primero, como alguien cercano y vulnerable, reflexivo y sensible, y, segundo, como el puente que le permite visitar brevemente a otras mujeres que van apareciendo durante la lectura, desde Simone de Beauvoir a Tina Modotti pasando por Ulrike Meinhof.

El plano-contraplano entre Torrent y Olaizola, sumido en una conmovedora luz crepuscular, da la clave de lo que se esconde tras el dispositivo escogido. No interesa tanto si estamos en una lectura o un ensayo como que sea la palabra aquello que se quiere filmar, en un registro de claridad y transparencia que recuerda a ciertos experimentos de Straub & Huillet en su doble vocación cinematográfica y pedagógica. Y ello permite igualmente que las entradas del diario de Yoyes leídas por Torrent, en el tono siempre justo, se conviertan en material inflamable no tanto por lo que revelan o debaten como porque proporcionan una visión poética del personaje y, a la vez, apuntan un implacable análisis histórico que nos devuelve a los dudosos años de la Transición y alrededores. En el fondo, no importa si Olaizola es Olaizola o simplemente una directora de cine que proyecta hacer algo sobre Yoyes. Ni si Torrent es Torrent o una actriz que se presta a la experiencia con evidente placer. Lo que importa es la situación, esa especie de performance y la intimidad que se crea a su través. Y, por supuesto, esa fe ciega en la palabra no solo como evocación y rememoración, sino también como gesto político: El tercer cuaderno hace presente el pasado para que siga vivo, para que demuestre que continúa habitando entre nosotros.

Carlos Losilla