Cuando las filmotecas, cinetecas y festivales especializados en la recuperación del legado fílmico siguen debatiendo la manera de dar una respuesta a los retos que la conservación y la difusión del soporte digital impone (justo en su última edición SEMINCI celebró un encuentro con expertos internacionales bajo el título: ‘El patrimonio cinematográfico en el Siglo XXI’), desde Caimán CdC nos sumamos a la necesidad de seguir reivindicando el patrimonio cinematográfico, la importancia de su preservación, transmisión y exhibición, pero también, y sobre todo, su valiosa capacidad para introducir nuevas reflexiones sobre el cine del pasado que permitan, a su vez, repensar y replantear el canon tradicional. Y lo hacemos en este número a través de la figura esencial de Jean Epstein para celebrar la valiosa recuperación, restauración y digitalización, llevadas a cabo por Filmoteca de Catalunya, de una pieza fundamental de su filmografía. La Montagne infidèle (1923), desaparecida durante años, fue felizmente identificada en una copia de distribución en el depósito de la colección de Pere Tresserra y, tras su estreno en Le Giornate del Cinema Muto de Pordenone, su paso por el Festival Punto de Vista y por la propia Filmoteca de Catalunya, la película continúa este mes su periplo de proyecciones con un pase especial en La Filmoteca de Valencia (el 28 de octubre) y otro en Tabakalera Donosti (el 4 de noviembre).
Pero la puesta en circulación de La Montagne infidèle nos permite reivindicar además, junto al valor como creador de Epstein, su peso específico como pensador y teórico. Lo hacemos a través de uno de los textos más bellos, poéticos y significativos del cineasta, que además escribió tres años después del rodaje de la película para recuperar, precisamente, aquella intensa y profunda experiencia. El cinematógrafo visto desde el Etna (1926), como se titula el texto, forma parte del segundo libro de escritos de Epstein y lo reproducimos en nuestras páginas gracias a la generosidad de la revista valenciana Archivos de la Filmoteca, donde apareció publicado por primera vez, y de los traductores del documento original, Manuel Asín y Josep Quetglas. Su lectura resulta una experiencia reveladora a la hora de entender el modo a través del cual el ejercicio de la creación cinematográfica se conecta, en ocasiones, con el de la reflexión (algo sobre lo que profundiza también Nicole Brenez en un texto específico dedicado a la labor teórica de Epstein), pero colabora además a indagar en la particular relación que el director estableció entre el cine y la naturaleza. Afirma en su texto: “Una de las más grandes potencias del cine es su animismo. En la pantalla no hay naturaleza muerta. Los objetos tienen actitudes. Los árboles gesticulan. Las montañas, como este Etna, significan. Cada accesorio se convierte en un personaje. Los decorados se trocean y cada una de sus fracciones toma una expresión particular. Un panteísmo sorprendente renace en el mundo y lo llena hasta reventar. La hierba del prado es un genio sonriente y femenino. Anémonas llenas de ritmo y de personalidad se desplazan con la majestad de los planetas”.
Y esta idea del ‘animismo’ nos conduce a su vez a la particular relación entre el cine, el hombre y la naturaleza en la filmografía de Hayao Miyazaki, protagonista también en este número de la revista. El cineasta japonés reaparece, diez años después de su anterior film, El viento se levanta (2013), y contradiciendo sus intenciones declaradas de retirarse, para ofrecer con El chico y la garza el que es, muy probablemente, su más desesperanzado y sobrecogedor diagnóstico sobre el futuro del mundo. Más que nunca, Miyazaki pone en evidencia con su film el peligro que la ignorancia de la especie humana supone para ella misma y para el resto de criaturas vivas. En palabras de Roger Koza: “La yuxtaposición de realidades paralelas se une en el film por una angustia de fondo en la que se desliza una evidencia: nuestra especie ha sido una desgracia para el mundo. No hemos aprendido a vivir”. Y su reflexión se hace más grave, urgente y desgarradora que nunca ahora que, al cierre de este número de Caimán CdC, Israel espera a las puertas de Gaza preparado para ultimar el que es ya un nuevo y terrorífico genocidio, después de haber sufrido a su vez el espanto de la muerte injustificable de civiles a manos de Hamás. Definitivamente, ‘no hemos aprendido a vivir’.
Jara Yáñez