“El cine sirve para captar la lógica del mundo”

Una de las películas más originales y sorprendentes de la sección oficial de Sevilla, ¿Qué vemos cuando miramos al cielo? ha supuesto la consagración del georgiano Alexandre Koberidze. Esta es la conversación que mantuvimos con él.

Su película me llama mucho la atención por lo que tiene de asumir un estilo muy definido, una apuesta por un tipo de plano muy compuesto y cuidado, por un encuadre que busca una composición muy clara… ¿Es esta una declaración de intenciones respecto al cine que quiere hacer?

Lo que quiero conseguir es simplicidad, lo cual no tiene nada de sencillo. Es la dirección en la que quiero trabajar. Me interesa seguir ese camino, aunque sea en distintos estilos: encontrar la manera más sencilla de mirar las cosas. Eso no quiere decir que no existan influencias de obras del pasado y del presente, pero intento ser cuidadoso para no resultar mimético. Nos inspiramos en films hechos en Georgia, incluso en la misma ciudad en la que se localiza la película, para construir una especie de puente hacia el pasado. Eso quiere ser mi film, una recuperación de esas raíces, y no solo en el caso de los films georgianos, sino también iraníes, por ejemplo, o en la línea de Nanni Moretti, que me interesa mucho: su manera de componer el plano, de dirigir a los actores, de utilizar la voz narrativa, de mostrar las ciudades en las que rueda…

Me gusta mucho la manera en que mezcla una visión muy narrativa y una visión documental de aquello que filma.

Es una de las cuestiones principales de la película y del cine: ¿dónde está la frontera? Busco imágenes que sean distintas, quiero que mi cine sea diferente, y creo que muchas de las películas que más me gustan se mueven en esos límites. Por otra parte, me gustan las películas en las que eso es difícil de distinguir. Es una cuestión inabarcable y creo que nunca podremos dar una respuesta definida.

Hay en la película una voluntad de construir muchas ficciones, algo que está en buena parte del cine contemporáneo…

Viene del guión. Teníamos muchas historias, era un guión muy narrativo, también con muchos personajes. A partir de ahí, conseguimos filmar mucho material, que se va mostrando a lo largo de la película y cuyo ensamblado final se consiguió en el montaje. Para mí, todo es importante. Por ejemplo, estuvimos dos semanas localizando, haciendo un trabajo documental antes de rodar, incluso filmando esas localizaciones. Así, hay una gran cantidad de material que no pertenece directamente a la trama de la película pero que también es importante. Sin embargo, insisto en que las historias se componen en la sala de montaje.

La película va de lo más particular, los pies de los dos protagonistas principales en su primer encuentro, a lo colectivo, con el partido de fútbol y todo lo demás…

Es muy difícil saber qué es importante y qué no cuando estás haciendo un film. De todas maneras, yo lo veo todo de maneras menos jerárquicas y más abiertas. Algunos personajes gozan de más tiempo en la película, otros de menos, pero a mí no me importa tanto eso como el marco general que soy capaz de construir a partir de ahí. Desde hace mucho tiempo, el cine es una de las cosas más importantes de mi vida. Pero mi época, el tiempo en el que vivo, también está conectado con el cine. Me importan las dos cosas. Cuando hago una película, sé que tengo algo que compartir, e igualmente algo que descubrir. En el equilibrio está el secreto.

Viendo la película, palabras como ingenuidad, inocencia, pureza, vienen a la cabeza…

Creo que tenemos saber construir todo eso. Y eso que menciona está ahí, en lo real, si sabemos mirar con detenimiento. Hay que buscarlo. Y el cine es una herramienta para entender, para ver. Cuando hacemos una película, ponemos la cámara en algún lugar y miramos a través de ella, descubrimos cosas nuevas: si miramos una piedra con atención, seguro que vemos en ella elementos que van más allá del mundo físico.

¿Dónde se sitúa aquí el fútbol?

En primer lugar, el fútbol es mi pasión. Y las cosas que me apasionan intento siempre ponerlas en mis películas. Es algo muy emocional y, si lo trabajas en ese sentido, acabas por encontrar una emoción pura a través del fútbol, o de cosas como el fútbol. Es muy cinemático ver a gente que juega al fútbol y también ver a gente que mira cómo otra gente juega al fútbol. Yo quería sentir una pasión visual a través de mi película, y la pasión de esos niños por el fútbol me lo permite. Es una situación que permite la aparición del drama pero es que, además, visualmente, alcanza dimensiones inabarcables.

Su estilo parece muy realista pero después acaba captando un universo en principio, a veces, muy absurdo, pero también de una simplicidad conmovedora…

El cine sirve para captar la lógica del mundo que se desarrolla a nuestro alrededor. Yo tengo mi versión de las cosas, de cómo funcionan, pero quiero llegar a un entendimiento más profundo. Y la cámara me permite mirar de una manera más profunda ese universo, la gente, los animales, la naturaleza… La magia, no lo olvidemos, también forma parte de todo esto. Hay cosas que no vemos, pero que existen y cumplen su función en el mundo. Quizá el cine sí pueda verlas. Por ejemplo, dos personas se enamoran, como en la película. En principio, sabemos qué es eso, pero creo que a través de mi película descubrí más matices en los que nunca había pensado.