Print Friendly, PDF & Email

Crónica de la vida de una familia emigrante (las madre y sus dos hijos varones), procedentes de Costa de Marfil, en diversas ciudades francesas (París, Rouen, Normandía, de nuevo París…) entre los años ochenta y la actualidad. Los desafíos, las dificultades, las cambiantes relaciones familiares, el choque cultural, la dialéctica entre los dos hermanos, las sucesivas parejas de la madre, el trabajo subalterno, la reivindicación de la independencia afectiva de la mujer, el racismo de la policía, el aprendizaje amoroso en la adolescencia, las diferencias de clase… todo ello forma un crisol organizado aquí por Léonor Serraille (Cámara de Oro en Cannes 2017 por su ópera prima: Jeune Femme) mediante un mecano narrativo que cuenta las diferentes fases de la historia, sucesivamente, desde la perspectiva de cada uno de los tres personajes: primero la madre, luego el hermano mayor y después el pequeño, al que alude el título del film y el que cierra la película. La construcción del andamio estructural se hace muy visible en el desarrollo de un film que habla de los temas citados poniendo el acento no tanto en el contexto social, sino en la vivencia individual de cada uno de los protagonistas. El resultado es una obra solvente, honesta, de mirada franca y no paternalista, pero cinematográficamente menor y sin ninguna novedad especial. Quizá demasiado pequeña para ser proyectada la última del programa y el último día de la sección oficial, cuando ya todo el mundo está pensando en otros títulos para ocupar el imprevisible palmarés.

Carlos F. Heredero

Siempre he considerado que la mejor novela cinematográfica de la Historia del cine es Rocco y sus hermanos. No parte de ninguna novela pero su estructura demuestra que el cine puede alcanzar esa forma narrativa que surge de la gran novela del siglo XIX. En Un Petit frère hay algún detalle remotamente inspirado en la película de Luchino Visconti. Una familia de la Costa de Marfil emigra hacia el norte y se instala en la gran ciudad. En la familia hay una madre y dos hijos. Léonor Serraille divide la película en tres capítulos que llevan el nombre de cada miembro de la familia y como en Rocco y sus hermanos, un personaje caerá en los infiernos del mal, otro se convertirá en una persona de provecho, mientras que la madre vivirá múltiples crisis sentimentales para buscar una estabilidad que le resulta imposible. Es verdad que evocar Rocco y sus hermanos para hablar de Un Petit frère es casi un pecado (venial), porque ya no estamos hablando de ese tiempo en el que el cine soñaba con cómo encontrar una dimensión narrativa que diese cuenta del mundo entendido como globalidad. Hoy, en cambio, películas como Un Petit frère no hacen más que reflejar que un nuevo fantasma atraviesa el cine: los laboratorios de guion. Los sistemas de producción contemporáneo encierran a ciertas y ciertos cineastas en el laboratorio y de ese mundo acaban saliendo películas probeta como esta, que no ofenden, son efectivas y buscan cómo encontrar una entrada para satisfacer un gusto medio. El cine desangelado empezó con los pitchings para el documental, y ahora ya está en los laboratorios de ficción. Bye, bye Cannes.

Àngel Quintana