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El policiaco de estructura procedimental se está haciendo un hueco en el Festival de Cannes a través de varias películas. Dominik Moll lleva a cabo su propio Zodiac con perspectiva de género añadida en La Nuit du 12, presentada en Cannes Première. Y The Stranger, segundo largometraje del también actor Thomas M. Wright programado en Un Certain Regard, se inspira igualmente en hechos reales, la operación que llevó a cabo la policía australiana para capturar al sospechoso de la desaparición de un menor. Esta trama, sin embargo, tarda en desvelarse en la película, que arranca como un noir sobrio y un tanto misterioso en torno a dos desconocidos de vida errante que se conocen en un autobús y deciden apoyarse en la búsqueda de trabajo. Wright se distancia de las prácticas más estilizadas del neonoir para filmar una propuesta más desnuda y árida, a tono con el carácter de sus protagonistas. Filmada sobre todo a base de planos cerrados, dentro de coches, autobuses e interiores de hoteles despersonalizados, la película genera una atmósfera cargada de cierta inquietud. Pero lo que parece una historia de camaradería masculina que va a desarrollarse en un contexto de submundo criminal no tarda en desvelarse como otra cosa: poco a poco descubrimos que nos encontramos dentro de una operación policial encubierta. Como La Nuit du 12 y tantos otros thrillers hijos del cine de David Fincher, The Stranger también plasma el trabajo policial como una historia de obsesión, la de capturar a un criminal en concreto. Pero en The Stranger el vínculo entre asesino y policía difiere de otros títulos análogos. Aquí el agente de la ley, al que interpreta Joel Edgerton (también productor de la película), se ve obligado a ganarse la confianza y entablar amistad con el extraño en cuestión. Un tipo al que da vida Sean Harris, ese actor británico con el don de saber incorporar un poso de mal rollo, extrañeza o tormento a cualquier personaje.

Eulàlia Iglesias